Inocencia en la oscuridad

Capítulo 11

Hace 15 años.

–Hay tres reglas en este negocio.
Uno: No confíes en nadie fuera de tu familia.
Dos: Lealtad al jefe y a la familia.
Tres: Una vez estás dentro solo muerto puedes salir.

Eso es lo primero que me enseñó mi viejo cuando me llevó a hacer el primer trabajo. Había anhelado cumplir la mayoría de edad para poder estar oficialmente dentro de la filial.
Pongo la linterna en mi boca y enfocando la luz en la cerradura frente a mí.

–Tu primer trabajo es sencillo, vigila e informa si ves algo fuera de lo normal.– ordenó.

¿Es enserio? Toda mi vida esperando por este momento y mi única labor es vigilar, este lugar no tiene ningún punto débil aparentemente explotable.

–Vamos descargar. Mantente alerta, el enemigo puede estar cerca. Hijo, confío en ti.– fue lo último que me dijo mi padres antes de comenzar a descargar el cargamento.

Salí a vigilar con la linterna en una mano y el arma en la otra. ¡Esto es estúpido!, este lugar es desconocido para nuestros enemigos. Aunque después de todo lo único bueno de todo es que al fin tengo en mi poder una arma, se siente asombroso, me siento poderoso e indestructible.

–¡Vaya!, es increíble.– hice girar el tambor cargado de balas.

Era un revólver con la empuñadura de oro, y en ella estaba grabado mi nombre.– Ruslan Oztürk.– leí pasando el pulgar sobre las letras.– De lujo.– dije emocionado. Kerem me había dado algunas lecciones de puntería, se me daba bien, aunque aún tenía mucho por mejorar.

Escuchó algo en algún lugar entre los frondosos arbustos. Hago una pausa, me acerco y descubro que se trata de un pequeño zorrillo,– largo de aquí.-digo apuntándole con el revólver. El Pobrecillo corrió cagado de miedo, solté una carcajada.
El gélido viento otoñal sopla a mi alrededor, haciendo girar las hojas secas en el aire, y el frío se filtra a través de la fina sudadera con capucha hasta mis huesos. Dejé mi chaqueta adentro en la bodega, es que no aprendo nunca, me reproche luego de recordar la neumonía que pesqué el mes pasado.

Me siento sobre un Baco de madera y frotó mis brazos para entrar un poco en calor. Este trabajo es una mierda, pienso. Mejor me hubiese quedado en casa, estuviese tomando un delicioso café turco caliente, en lugar de estar pasando frío en esta porquería de lugar. Levantó la vista hacia el cielo,–oscuro como la conciencia de Kerem.– comentó con burla al aire.– Me aburro.– me pongo en pie y comienzo a patear algunas piedras para quemar tiempo.

De repente un hombre vestido con jeans y una chaqueta de cuero se para frente a mí con su arma apuntándome a la cara. Por el asombro dejé caer de inmediato la linterna y el revólver que sostenía en mis manos. ¿Qué rayos?.

—Vienes conmigo—dice.
Sí. Creo que eso No va a pasar.

El tipo parece estar en forma y tener experiencia para manejar una arma y eso le daba ventaja.
Prefiero arriesgarme, tome la decisión de echar a correr, debía dar  aviso a mi padre. Hago un movimiento brusco, el movimiento distrae al tipo, permitiéndome cambiar rápidamente
de posición. Agarrando la muñeca del imbécil con ambas manos, giro su brazo hacia un lado y golpeo mi rodilla contra su estómago. Era bueno peleando, también eso se lo debía a Kerem, El tipo se inclina, tosiendo. Le doy un rodillazo de nuevo, esta vez en la cara, mientras trato de quitarle los dedos del arma. Se dispara, un disparo atraviesa el aire, y la bala golpea la estructura de metal de un choche abandonado que está detrás de mi.
Todavía estoy tratando de quitarle el arma cuando escucho pasos acercándose a mí. Miro por encima del hombro justo para ver un bate acercándose a mi cara. El golpe hizo que pierda la consistencia por unos minutos.