RUSLANLos preciosos ojos de mi esposa se clavan en mi. Tengo ganas de hacerla mía, de sumergirme en ella, de impregnarme por completo de ese exquisito aroma que está apunto de hacerme enloquecer, de devorar por completo su cuerpo hasta quedar extasiado. Me encantaría arrancar ese precioso panty de encaje, y deleitar a mis ojos con su desnudez.
Puedo observar la reacción de su cuerpo al sentir mi tacto, también puedo observar en su inocente mirada un pequeño brillo de deseo. Estoy seguro de que si decido hacerla mía en este mismo instante no se va anegar, o al menos eso es lo que espero.
Siento su cuerpo temblar, mientras sus manos se aferran con fuerza a mi camisa.Fijó mis ojos en sus labios, y no puedo evitar que se me haga agua la boca, me siento sediento, deseo besarla. Sus labios son como miel que me embelesa, acercó mi rostro al suyo, y con ayuda de la mano que tengo en su espalda atraigo su cuerpo hacia mi para sentir su aliento más cerca. Su pecho cocha contra el mío, sus labios están a escasos mililitros de los míos, me rehúso a detenerme, necesito calmar este antojo, mi polla está demasiado dura. Sus ojos me observaban con una mezcla de asombro, curiosidad, timidez, confusión, inocencia, y una pizca de deseo, su cuerpo tienen una atracción magnética que me invita a aclarar sus dudas, a quitar su timidez, a robar su pureza, a calmar su deseo. Y Su cabello despeinado me hace querer hundir mis dedos en sus hebras e imagino varias poses sosteniendo su cabello.
Estoy jugando con fuego, y deseo fervorosamente que las llamas me calcinen por completo, aunque mi condenada conciencia no para de recordarme la edad de mi esposa. Punzante me martiriza y me murmura al oído que controle mis deseos. Me esta lacerando los impulsos, aún cuando quiero no escucharla, ignorarla, intentar imponer mis palpitares, me atormenta, me exige haciendo que cuestione mi pasiones. Conciencia, ¿por qué te haces presente ahora?, ausente durante toda mi vida me has dejado navegar a la deriva, y ahora, justo ahora cuando menos quiero que estés presente, me haces razonar cómo un idiota.
No, me niego a obedecerte, necesito embriagarme de ella, necesito probar el sabor de su piel.–Entonces, ¿Te parece que soy muy guapo, o lo mínimo?.– pregunté acercando mis labios a los suyos casi al punto de rozarlos.
Las mejillas de mi esposa parecían brasa ardientes.
Mi pregunta era demasiado infantil para un hombre maduro. Pero mi ego tenía la necesidad de escuchar la respuesta.
–Dime, necesito saber la respuesta.– resuelvo con ronquera.–porque depende de tu respuesta el que pierda los estribos, haga caso omiso a la voz que está gritando en mi cabeza, y termine dejándome llevar por mis impulsos.–Yo...
–Mucho o poco, Adaia, es simple.– reitero ansioso por besarla. En tanto mi cuerpo desprende calidez, enigma, y mucho deseo.
–Creo... Que lo primero.– musito con timidez.
–Mucho.– afirmé con satisfacción y arrogancia.
Pose mi boca en el lóbulo de su oreja; el lugar indicado para hacerle sentir una sensación distinta, y placentera .–Entonces, Te gusta mucho lo que ves.– susurre, besándole desde el cuello hasta el mentón.– A mi también me gusta mucho lo que veo.– susurre sobre la comisura de sus labios.
Puedo notar como el cuerpo de mi esposa emanaba oleadas de calor.–Rus...
Le corte las palabras besando sus labios con exquisitez disfrutando como si de un tesoro invaluable se tratase. Mientras ella se mantiene inmóvil, me deleitó saboreando el suave y dulce sabor de sus labios; y justo cuando mi esposa estaba intentando corresponder a mis besos de una manera torpe, pero a la vez placentera, mi teléfono celular comienza a sonar, no solo interrumpiendo lo que me había costado tanto trabajo llevar acabo, sino enfriando por completo el momento. Me separo de inmediato lleno de frustración para con el tedioso destino, me pongo en pie, Adaia hace lo mismo y se sienta en el borde de la cama.
Saco mi teléfono celular del bolsillo de mi pantalón y miro el nombre en la pantalla, Kerem. ¡No te cansa de joderme la puta vida!.
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Inocencia en la oscuridad
Roman d'amourRuslan Oztürk, es un capo de la mafia que domina y controla con mano dura la ciudad de Estambul. Cuando su esposa Lenna muere se queda al cuidado de su hija pequeña, Ruslan se ve obligado a buscar una nueva esposa y una nueva madre para su hija, las...