Capítulo 8

333 21 17
                                    

                                        ADAIA

Los rayos del sol en esta mañana son mucho más cálidos que los días anteriores. Estaba tremendamente emocionada por la visita de mi hermana. Era tanta mi emoción que no tarde en bombardearla con preguntas. ¿Qué ha ocurrido?, ¿Porqué no has venido antes?, ¿Te encuentras enferma?, ¿Te ha pegado?.
Katy intentó responder a mis preguntas, pero no podía, parecía no tener aliento para hablar, o quizá era la tristeza que quebrantaba su voz.

–Lo siento.– suspiré.
Era evidente de que Katy no la estaba pasando bien, y yo estaba poniéndola más nerviosa.

–Estoy bien.– dijo intentando simular una sonrisa.

–Eso no es cierto.– dije tomando sus manos.– Anda, dime, ¿Qué ocurre?.– pregunté con insistencia.

–No es nada. Lo mismo de siempre,– dijo levantando los hombros como intentando restar importancia a la situación.–Sabes,– tomó la palabra después de un largo silencio,–pensé que con el tiempo me acostumbraría, pero la carga se hace más pesada, y no creo ser lo suficiente fuerte para soportarla. el matrimonio es... bueno, no es lo que decía mamá.– finalizó mientras una lágrima resbalaba por su mejilla derecha.

Siempre decía los mismo.... El matrimonio no es lo que decía mamá.

Y de alguna forma, mientras mi hermana se sentía mal, en lo único que podía pensar era en mi matrimonio, en Ruslan, y me preguntaba, si el matrimonio es tan malo, ¿porqué debemos buscar esposo?.
No se porqué pensaba solo en mi, se supone que bebo consolar y apoyar a mi hermana, pero no se cómo hacerlo, ¿Qué debo decir?, no sé nada sobre el matrimonio, apenas estoy aprendiendo, o eso creo. Quizá estoy siendo egoísta por pensar solo en mi, o quizá...

–Pero no estoy aquí para hablar sobre mi matrimonio, tampoco para afligirte con mis penas.– habló interrumpiendo mis pensamientos, mientras limpiaba su mejilla.– Cuéntame sobre ti, sobre tu esposo, y ¿qué tal va todo?.– me tomó de las manos, intentando mostrarse más animada.

–Eh!!, yo, creo que todo va bien.– dije sin saber muy bien la respuesta.

–¿De verdad?.– preguntó mientras se aseguraba de que no hubiera nadie cerca.– Soy tu hermana, puedes contarme lo que quieras, después de todo nos tenemos la una a la otra para desahogar las penas. ¡Quiero saber todo sobre tu marido!.

–Todo va bien, al menos eso creo.– volví a contestar.

–¿Te trata bien?.– preguntó casi en susurros.

–Si, es una buena persona.
Katy sonrió.

–No sabes cuánto me alegra escuchar eso. Además es muy guapo.– dijo empujando mi hombro con el suyo.– Papá y mamá te han encontrado un buen partido. ¡Tienes suerte hermanita!. – comentó sonriente.

–Si, supongo que sí.– dije sonrojada.

–Cuéntame, ¿Qué pasó por tu cabecita cuando conociste a tu esposo?.– preguntó con curiosidad.

–No pude pensar mayor cosa, estaba muy nerviosa. Pero... cuando lo vi, no era lo que esperaba.

–¿Qué quieres decir con eso?.

–Es que después de escuchar tantas cosas feas sobre él y su familia, imaginé que sería un hombre horrible y malvado; pero no lo es. Admito que me causa cierto temor, pero creo es por su carácter dominante e imponente figura.

Inocencia en la oscuridad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora