Capítulo 12

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Camino hacia la puerta principal mientras me abrochó la camisa limpia. Mi teléfono suena al tiempo que comienzo a subir las escaleras, mostrando en la pantalla el nombre de Kerem.

–Ya está solucionado el tema de Ahmet.– contesté .

–Bien. Te tengo noticias, la hija de Demir está preguntado por ti.

–¿Y qué con eso?.

–La están siguiendo en este momento. Hermano, Si una mujer pregunta mucho por un hombre solo significa una cosa, está interesada en él.

–O quiere volarme la cabeza por matar a su hermano.

Tuve el placer de matar a ese hijo de puta con mi propias manos hace 5 años. Fue un gran golpe para los Demir, Eymen Demir era el sucesor de su padre. Ahora el bastardo no tiene a nadie a quien heredar su filial.

–Como sea. Es una tonta, solo esta dejando rastro por donde pasa, pronto daremos con su guarida.

–No.– negué con la cabeza.– Eso me huele mal. Algo me dice que lo hace aposta, desea que la sigamos, seguro es una trampa. ¿Quién está detrás de ella?.

–Tahir.

–Dile que no la siga.

–Y perder la oportunidad de encontrar el lugar donde se esconden. No lo creo.

–Es eso o arriesgar a perder a tu mejor hombre.

Dio un rugido de frustración.

–Pueda que tenga razón.– admitió de mala gana.

–Otra cosa. Convoque a todos los miembros de la filial a una reunión.

–Bien. ¿Cuándo y dónde?.– interrogue frente a la puerta de la habitación.

–En tu casa, mañana a las 10 am.– contestó, acto seguido cortó la llamada.

Gire el picaporte de la habitación y abro la puerta. ¡Mierda!, exclamo en la mente. Veo a Adaia de espalda usando solo ropa interior, cuando se percata de mi presencia da un pequeño sobresalto girando hacia mi, rápidamente toma la toalla y cubre el frente de su cuerpo.
¡Santo Dios!, Está mujer me está volviendo loco.

–Yo...yo.. acabo de ducharme.– dijo sonrosada e incómoda.

Quiere decir que, si hubiese llegado unos minutos antes mis ojos hubiesen tenido el placer de deleitarse con su perfecta desnudez. Pensé.

–No lo sabía. Debí tocar antes de entrar.

–No, esta también es tu habitación, no debes avisar antes de entrar.– habló con timidez mientras buscaba con la mirada algo en la cama. Hice lo mismo, vi que un camisón de pijama se encontraba sobre el edredón.

Camine hasta la cama para agarrar el camisón. Me volví hacia mi esposa y sin poder evitar mis ojos se desvían hacia el reflejo del espejo.
¡Santa madre!. El espejo reflejado su preciosa figura en forma de reloj de arena, su cabello caía de forma delicada cubriendo su espalda. Sus piernas son fascinantes, sus curvas, y ni hablar de la perfección de su culo, redondo y respingado, se me hace agua la boca, es un exquisito manjar el cual deseo saborear.
Me desplazó con pasos lentos acercándome a Adía.

–¿Buscas esto?.– pregunté con voz grave y seductora.

–Si.– dijo posando sus preciosos ojos sobre la prenda.

Di un paso hacia ella, quedando a escasos centímetros de su rostro. Noté como su cuerpo comenzó a temblar.
¡Mierda!, estoy apunto de perder el control.
Dejó caer el camisón al suelo.

–Creo que te ves mucho mejor sin el.– susurre a su oído. Apoyé mi mentón en su hombro e inhalé su exquisito aroma, miré hipnotizado el reflejo que el espejo me brinda.– Aveces la ropa sobra, Adaia.– susurre poniendo mi mano en su espalda, tocando su suave piel. Puedo ver como los vellos de su espalda se erizan ante mi tacto. Dibujé con mi dedo una línea recta por el centro de su espalda hasta bajar a la zona lumbar, clave mis dedos en su cadera y la pegué a mi cuerpo.

Inocencia en la oscuridad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora