CAPÍTULO VI

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&. &. POV Kagome. &. &.

Me enfadó que en toda ocasión de los ataques y varias frases ofensivas, Inuyasha sólo guardaba silencio.

Jamás nadie me había defendido pero hubiera sido un buen momento para hacerlo, ya que estaban logrando lo que ambos querían… Hundirme.

Kikyo me hostigó hasta el cansancio, me menospreció por haberme formado en una institución pública y sacar a relucir mis humildes orígenes una y otra vez.

Me sentí acorralada, la bebida con el estómago casi vacío no ayudaba en nada, percibí como un leve sudor frío aparecía en mi frente y me excusé para usar el tocador.

—Te acompaño, cuñada— Sesshomaru se levantó inmediatamente detrás de mí.

— No, no… por favor, no es necesario.

— Esta casa tiene muchas habitaciones,  permíteme guiarte— insistió delante de su padre y solo asentí.

Al parecer era cierto. Si no me hubiera acompañado seguramente aún buscaría el baño; era una locura lo grande de esa mansión.

Me señaló la puerta con la cabeza y cuando entré sentí un fuerte golpe detrás de mí, haciendo que ingresara a una velocidad peligrosa.

— ¿Qué… qué haces?

— Te ayudaré…— respondió como si nada.

— Vete. Vendrá Inuyasha o tu padre…—pero no me dejó terminar

— ¿Y qué? Que vean como te diviertes conmigo. 

— ¿Qué mierda quieres Sesshomaru? ¿Por qué me hostigas? ¿Qué quieres de mí? Ya déjame en paz.— mi voz sonó quebrada pero estaba a punto de colapsar.

— Las interesadas como tú no me atraen. Pero debo admitir que me gusta jugar contigo. Y si no planeas renunciar, pretendo seguir divirtiéndome— el descarado tomó un mechón de mi cabello para olerlo y lo alejé de un manotazo.

— ¿Interesada? Déjame tranquila. Estoy con tu hermano ahora. Por favor…— casi le rogué para que parara.

— ¿Te olvidas de cómo nos conocimos, pequeña? ¿Te olvidaste ya todas las veces que gritaste con mi pene dentro de ti?...Sé lo que buscan las mujeres como tú, así que tienes dos opciones. Te alejas de Inuyasha y también de mi o sigues con tu estúpido romance y también soportas lo que te quiera hacer.

No sabía qué decir. Él me recordaba y en vez de enfadarme me causó un poco de alivio. Aún así las opciones que me presentó no eran muy cómodas para mi .

— Tienes hasta mañana para pensar. Si estás de acuerdo, dejarás tu renuncia en mi escritorio a primera hora y te daré una buena suma para que salgas de la vida de mi hermano para siempre.

Ni yo esperaba semejante reacción de mi parte pero cerré mis ojos y le dí una sonora cachetada.

Sesshomaru me miró y se marchó sin decirme nada.

Cuando me quedé sola en el baño, me dejé caer al suelo y dejé fluir las lágrimas que ya a esta altura me pesaban demasiado.

Los minutos pasaron e Inuyasha fue quién me rescató en ese momento de debilidad, me cargó en sus brazos y simplemente nos marchamos sin dar ninguna explicación.

No quería hacerlo, ya que no dejaría una buena impresión en mi suegro, pero él insistió en que lo llamaría para disculparse e inventar alguna urgencia.
Sólo cerré mis ojos y dejé que él se encargara de todo.

La noche fue lenta para mi, a pesar del cuestionario que Inuyasha me realizó por mi estado de nervios solo admití mi incomodidad por la presencia de su ex en la cena.

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