Extra I

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Años atrás...

Un pequeño y travieso niño de rizos dorados y sonrisa cuadrada jugaba alegremente con todo sus peluches de felpa, bajo la sombra de un bonito árbol de cereza o el gran árbol rosa como le llamaba, todo esto mientras los adultos festejaban en el jardín de la hacienda kim, pues su abuelo organizó una reunión con los dueños de las haciendas vecinas.

— Escuchen soldados, el dia de hoy tenemos una misión —hablaba seriamente el pequeño, caminando de un lado a otro mirando a cada uno de sus peluches los cuales estaban muy bien formados en una fila frente a el — La misión sera recuperar nuestra cometa —señalo el bonito cometa de papel azul con el hace un momento jugaba, pero en un descuido se soltó de sus pequeñas manitas y terminó atrapado en una rama en lo alto del cerezo— ¿Quién quiere ir por el ? — preguntó mirando a todos sus bonitos peluches, pero lo único que vio fue a su peluche de osito caer hacia atras por el viento— Bueno supongo que tengo que ir yo —susurró con un tierno pucherito.

Aún con un poco de miedo por la altura el niño de rizos dorados se acercó al árbol de cerezo viendo desde su pequeña altura lo muy alto que se encontraba su comenta, a como pudo empezo a trepar el árbol, sin voltear a bajo por miedo a la altura siguió con la misión de rescatar su cometa, subió ramita por ramita, sus pies y manos encontrando agarres en la corteza rugosa llevándose uno que otro rasguño que le provocaban formar pucheros y muecas de dolor pero aún asi no se detuvo, su esfuerzo valió la pena o eso creyó pues frente a el estaba su objetivo, estiro sus manitos poniendose de puntitas para poder tomar el cometa, pero apenas sus deditos rozaron el fino papel azul el repentino crack de la rama en la cual se encontraba de pie se escuchó, la rama se rompió, con el miedo recorriendo todo su cuerpo cerro los ojos esperando la fuerte caída que le esperaba en el verde pasto, caída que seguro le dolería, caída que preocuparía a sus padres y al abuelo, caída que nunca llegó.

Confundido y asustado abrió los ojos, pero no estaba en el pasto, tampoco estaba en el lo alto del árbol, unos brazos lo sostenían.

— Oye niño ¿estás bien? —preguntó un niño pelinegro más grande que el.

El rubio solo asintió avergonzando con las mejillas rosaditas, pues el niño lo estaba cargando como en los cuentos que le leía su mamá para dormir.

— Deberías tener cuidado jugando —dijo mientras lo bajaba.

— Pero yo no estaba jugando —un tierno puchero se formo en sus labios.

— Aa no ¿Entonces que hacias arriba de un árbol? —preguntó cruzándose de brazos— Acaso vives en un árbol como los monos —una sonrisa burlona se formo en su labios cuando vió al pequeño niño fruncir el ceño.

— ¡No soy un mono! —gritó molesto— Estaba en una misión para rescatar mi comentá —señaló con su dedo el comentá azul que se encontraba en lo alto, el pelinegro volteó mirando lo que señalaba.

— Olvídalo y sigue jugando con tus peluches, puedes hacer otro —dijo sin importancia refiriéndose al cometa.

— No puedo dejarlo así, mi abuelo y yo lo hicimos junto a la abuela, es especial para los dos —murmuró el rubio con la mirada en el pasto, pues sus ojos se cristalizaron y no quería que el niño grande lo viera llorado.

El pelinegro sintió una opresión en el pecho al ver al pequeño niño con un puchero aguantado el llanto y con los ojos cristalizados, soltó un suspiro antes de subir al árbol en busca del cometa el cual para el no estaba tan alto.

— Ten, ya no llores —murmuró el pelinegro sosteniendo el bonito cometa azul.

El rostro del pequeño se iluminó y con una sonrisa tomo al cometa abrazándolo contra su pecho— ¡Muchas gracias! —gritó de pronto abrazando al pelinegro quien tardo en reaccionar pero al final devolvió el abrazo agachándose un poco pues el niño se afero a su cintura.

Paraíso Escondido KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora