Capítulo 9: Vértigo

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El sol deslumbrante de una playa desierta me abrasa. Me tapo los ojos con las manos para evitar los molestos rayos que me dejan apenas sin vista. No corre ninguna brisa, y todo está en absoluto silencio. Parece un lugar en el que quedarse a vivir. Estoy tumbado en una tumbona de rayas azules, tomando un cóctel de piña. La arena es muy clara y el agua completamente cristalina. Deduzco que estoy en alguna playa lujosa del Caribe. El cantar de los pájaros revoloteando me introduce en una nube. Bebo un sorbo del cóctel y sonrío hacia mis adentros. Estoy solo. O eso parece.

-Para un poco que ya vas por el tercero. -Dice una voz grave.

Es él. Con su moicana y su bañador de flores hawaianas. Juguetea con sus chanclas amarillas y me dedica una sonrisa.

-¿Que haces aquí? -pregunto anodadado.

-De vacaciones. -Se ríe. Y da un sorbo a su mojito con hielo.

-Pero tú...Estás muerto. -Trago saliva.

-En algún momento teníamos que vernos. -Sonríe. -Vamos a darnos un baño, ven.

Me incorporo y nos dirigimos hacia el agua cristalina. El cielo brilla con un azul intenso y los rayos se entrelazan con el mar. El agua está a la temperatura perfecta.

-¿Donde has estado? -pregunto.

-Si te lo cuento no te lo creerías.

-Prueba a ver. -Comento victorioso.

-Pues de un lado a otro. No tengo un lugar fijo. Os he estado observando además.

Muevo mis manos al vaivén de las olas. Respiro la suave brisa del clima caribeño.

-¿Me has estado viendo?

-Claro que sí. Se te ha visto muy triste durante estos días.

-Triste es poco...-Susurro. -Te tengo que contar muchísimas cosas. He conocido a un...

-Pero ahora no. -Me corta. -Tenemos mucho tiempo.

-¿Tiempo? ¿De qué hablas? -Exclamo furioso.

-Tengo que irme. -responde seco.

-¿A donde?

-Ya sabes, a otro lugar. Sólo estoy de paso.

-No. -musito. -No puedes volver a dejarme.

-No fumes mucho, hermano.

-¡Para! -Grito a pleno pulmón. -¡Esto no es una despedida, nos iremos, tu y yo, a cualquier parte! ¡Conseguiré dinero!

-Es tarde.

Me abraza y le abrazo a él con todas mis fuerzas. Intento aferrarme para que no desaparezca.

-Por favor, no te vayas. -Susurro entre lágrimas.

-No me voy. Porque voy a estar siempre....Aquí.

Coloca su mano en mi lado izquierdo. Y sé que late con fuerza. Mi mejor amigo se zambulle en el agua, provocando un pequeño oleaje.

-¡No!

Me adentro en las profundidades del océano. Buceando en contra de todas las algas que aparecen en mi camino. Y ni rastro de él. Aguanto la respiración y continúo buscando. Bajo aun más. Hasta el punto en el que necesito oxígeno. Pero no puedo rendirme. Deslizo mis piernas hasta bajar todavía más si se puede.
Una moto destrozada emerge de la nada. Intento levantarla pero no tengo tanta fuerza. Me estoy quedando sin aire.
Un cadaver que estaba oculto entre las algas me hiela el corazón. Suelto un pequeño grito y me quedo sin el poco aire que tenía. Un escalofrío me invade y siento punzadas en varias partes del estómago. Me impulso medio mareado hacia la superficie, dejando atrás el cadaver y las piezas de la moto. Los peces huyen de mí y se ocultan tras corales y pequeñas plantas. Intento salir a coger aire pero me doy un golpe contra una placa de hielo. Para mi sorpresa cubre absolutamente toda la superficie. Golpeo la placa con todas mis fuerzas consiguiendo que esta forme pequeñas grietas en ella. Pero no se rompe. Empiezo a perder la visión. El agua salada me impide ver con claridad. Siento que me muero. Que es el fin. No salgo de esta. Mis fuerzas desisten y comienzo a hundirme en las profundidades. Observando como la placa de hielo se va haciendo cada vez más y más pequeña hasta que cierro los ojos y noto como la corriente me lleva hasta los entresijos del océano. Mi corazón deja de latir.

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