Capítulo 10: Catarsis

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¿Conocéis esa sensación tan extraña que te invade el cuerpo cuando sientes asco y vergüenza ajena al mismo tiempo?
Créedme. Los mensajes que encontré la semana pasada en el movil de mi padre no eran una novedad.
Me alarmé, por supuesto. Pero algo en mi interior me decía que tarde o temprano pasaría.
Ahora bien, el sentimiento de asco y repugnancia que me entra cuando me imagino juntos a mi padre y a su ¿Amante? Sí, supongo que debo calificarla así. No lo sabe nadie. ¿Y quién cojones es? Ni siquiera puedo ver su cara en mi imaginación, aparecen píxeles que la rodean. Apuesto a que ni mi imaginación quiere saber quién es esa zorra.
Acto seguido de leer aquellos mensajes me dirigí al coche de mi padre y cogí prestado el pijama de Leslie:
Rosa con caritas de Hello Kitty.
¿En serio?
A raíz de ello deducí que se trataría de una chica joven. Espero que no sea su secretaria porque ya sería lo que faltaba para completar el tópico de padre capullo.
Esa misma noche se lo conté a Leah y ella se limitó a escribirme:

"Quiero el nombre, apellidos y dirección de esa puta"

Joder, si Acosta estuviera aquí se hubiera quedado a cuadros. Necesito contárselo, de alguna manera.
Llevo varios días esquivando a mi padre. No es que pase demasiado tiempo en casa, ya dudo en qué tiempo dedica al trabajo y qué tiempo le dedica a su amante.
Quiero pedirle explicaciones, pero me da tanta vergúenza ajena este asunto que he decidido callarme. Básicamente por mi madre. Necesito más tiempo para decidir lo que hago, si se lo cuento, o mantengo el secreto.
De una manera u otra esto no quedaría así.

-Cariño, ya he enviado todas las invitaciones. -Dice mi madre cariñosamente sirviendo el desayuno.

-Perfecto. -inquiere mi padre. -Recuerda que Alexandru se...

-Se sienta en la mesa de los solteros. -termina mi madre.

Qué asco. El cumpleaños de mi padre se acerca y como todos los años organiza una fiesta en la finca rural de mis abuelos paternos. Se reúne toda la familia, amigos de mi padre y sobre todo compañeros hipócritas y con pasta de su empresa.
Menudo paripé. Ni que fuera una boda. A mi padre le encanta despilfarrar.

-¿Puedo invitar a un par de amigos? -Pregunto indiscretamente.

-Creo que porque pases un día en familia no te vas a morir. -Masculla mi padre. Y devuelve su vista al periódico.

Claro, como haces tú, que te encanta pasar días en familia. Pienso irónicamente, pero me limito a poner los ojos en blanco y a mirar a mi madre en busca de apoyo.
Ella me guiña un ojo.

-Les sentaré en la mesa de los primos, así estarán conmigo. -Musita mi madre dulcemente.

La dedico una sonrisa de victoria.
Mi padre pone cara de pocos amigos pero hago caso omiso.
Me termino el café y mi tostada con mermelada de melocotón y guardo los libros de texto. Hoy tengo un examen de historia de España, terapia de grupo y por si fuera poco, sesión con Cristina. Un día completo en resumidas cuentas. Resoplo y bajo las escaleras a toda prisa, el autobús está a punto de pasar.

-Ethan. -Me para mi padre.

-Dime. -digo serio.

-¿Por casualidad no habrás estado en el coche? -pregunta alarmado.

Ajá. Cazado. Está esquizofrénico porque el pijama de Leslie ha desaparecido.

-No. -miento. - ¿Va todo bien?

-El coche apesta a tabaco. -miente él también. -Si me entero de que has estado fumando te vas a enterar. -amenaza.

-Tranquilo, papá. Tengo demasiados sitios en los que fumar como para esconderme. Tengo que irme. -corto. -Voy a perder el autobús.

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