Lobos de Guerra

13. Caos.

Espero disfruten su lectura.

Los Druidas han sido los guardianes de los Nemetón desde el inicio de la cultura Celta, mucho antes de convertirse en los faros del mundo sobrenatural.

El primer Nemetón nació de la muerte y desgracia que atrae la guerra, en el año 52 A. C. Vercingétorix se enfrentó a Julio César en una feroz batalla para proteger a su gente, pero fue derrotado pese a la valentía y ferocidad de los Celtas.

Vercingétorix fue el primer guerrero en ser educado como un Druida, y el primero en ascender como jefe de su pueblo a una corta edad, pero pese a todo cayó.

Durante su ejecución, por mandato de Julio César fue condenado a morir ahorcado frente a una gran multitud como prueba de su fuerza y gloria. Pero Vercingétorix no se quedaría de brazos cruzados pese a tener una muerte asegurada.

Ante la inminente derrota ordenó al Druida más viejo y sabio hiciera un ritual de sacrificio, el sacrificio no era para rogar la victoria o prosperidad, la salvación u otra plegaria, el sacrificio fue hecho a base del odio y el resentimiento, el deseo de venganza, el deseo de que sus asesinos pagarán.

La muerte de su gente en el capo de batalla fue la primera ofrenda, la muerte de inocentes a mano de los romanos fue la segunda, solo faltaba la tercera ofrenda, la sangre y vida de un hombre dispuesto a entregarse con el fin de que su deseo sea concedido.

El día de su ejecución, para ser humillado el guerrero lo obligó a arrodillarse frente al hombre que lo derrotó - Ruega por tu vida y te daré una muerte sin dolor - Le dijo el hombre con altanería.

Vercingétorix no respondió, escupió a los pies de ese maldito, en ningún momento bajo la mirada, el desafío se filtraba desde su postura recta e inamovible, lograron arrodillarlo cortándole los tendones de Aquiles de las piernas, aun herido y desangrándose no flaqueo.

- Eres un gran guerrero, debiste quedarte a mi lado cuando te di la oportunidad - No respondió la provocación.

- ¡Mátenlo! - La orden fue dada. El verdugo colocó la soga alrededor del cuello de Vercingétorix quien ni se inmuto, con una fuerza descomunal el verdugo jalo de la cuerda iniciando el estrangulamiento.

Vercingétorix sabía que esta era su última oportunidad, no tenía tiempo para arrepentimientos o dudas, haciendo un esfuerzo sobre humano grito unas plegarias en su legua madre antes de que su tráquea colapsara en un audible crujido.

Sentía dolor, le dolía cada fibra de su ser, aun recuerda lo último que vio antes de que la vida lo abandonará, la asquerosa sonrisa del hombre que causó la muerte de su gente.

El Nemetón al que se le dio ofrenda cobro vida propia, nacido del odio y por ello la respuesta de los Dioses fue guiada por la oscuridad enviando una maldición como respuesta a sus sacrificios.

Un siglo después de la muerte de los Celtas nació un niño romano con hermosos ojos ámbar, piel morena y un temperamento tranquilo, el niño nació en una familia acomodada por lo que nunca pasó carencias, al cumplir 5 años durante la primera luna llena ese hermoso niño se convirtió en un monstruo violento sediento de sangre.

Los padres del niño no tuvieron el valor de asesinarlo, aun con el rostro lleno de sangre, brillantes ojos amarillos y colmillos, garras en lugar de manos, pese a ser un monstruo no lo asesinaron, lo ocultaron, en cada luna llena lo encadenaban en el bosque para no ser descubierto.

El no fue el único, decenas de niños nacieron con esa condición, cada uno oculto o asesinado por sus padres, y en silencio se convirtió en una enfermedad que se propago sin control por toda roma.