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A la mañana siguiente, Jungkook se dio cuenta que no podría dejar de lado sus sentimientos.

No quería hacerse ilusiones que lo desconcentraran en sus entrenamientos, pero en cuanto vio un par de pájaros sobre su cabeza y escuchó el suave cantar que indicaba que alguien estaba demasiado cerca o en su lado del bosque, no pudo reprimir su emoción y le avisó a su primo que pondría en práctica lo aprendido con el intruso. Corrió tan rápido como pudo sin detenerse más que para tomar su arco en caso de que se tratara de alguien más, pero Jungkook presentía que solo era Taehyung visitándolo como antes.

Se detuvo a varios metros y una sonrisa se estiró en sus labios cuando lo vio a lo lejos, trató de detectar alguna presencia cerca de él antes de dejarse llevar, pero se alegró cuando luego de unos segundos de desesperación no percibió nada.

Corrió hasta estar más cerca y frenó en seco cuando Taehyung lo miró, Jungkook sonrió dulcemente y con un gesto de su mano le indicó que se acercara, retrocediendo lentamente mientras lo veía caminar hacia él. Su respiración se detuvo en su garganta cuando lo tuvo enfrente.

Después de tanto tiempo, se percató de la tensión que los rodeaba y que antes no existía, que le impedía tragar con dificultad. Era desconcertante y al mismo tiempo emocionante.

—¿Qué hacías antes de venir? Estás sudando —Taehyung preguntó con una sonrisita al notar mechones de cabello húmedo pegado a su frente, su respiración levemente agitada. No recordaba haberlo visto agitado por cansancio.

—Estaba entrenando con mi primo —se encogió con timidez mientras apartaba rápidamente el cabello en su rostro, avergonzado de que Taehyung lo mirara sucio y lleno de sudor. Se había olvidado de su apariencia por la emoción de verlo—. Vine rápido porque sabía que serías tú.

Taehyung sonrió enternecido por su confesión, pero también porque a Jungkook le preocupaba su aspecto solo porque estaba con él, aunque no era necesario. En realidad, Taehyung pensó que se veía demasiado atractivo de esa manera, con sus mejillas rojas por el cansancio, la respiración acelerada y la fina camisa adhiriéndose a algunas partes de su cuerpo que lo incitaban a mirar, quizá tanto como la piel suave que brillaba húmeda por el sudor.

Se veía hermoso.

—¿Para qué entrenas? —preguntó mientras metía las manos dentro de sus bolsillos, acercándose con diversión. Le llenaba el pecho de satisfacción que Jungkook quisiera verse bien para él, era entretenido ver que sus manos se movían sutilmente para apartar la tierra que había en ellas y su ropa.

—Para defenderme, por si algún día necesito pelear —dijo con orgullo porque era consciente de lo mucho que había mejorado, Heechan se lo había confesado.

—¿Tú? —preguntó sorprendido, quizá demasiado porque Jungkook no pudo evitar sentirse un poco ofendido por la forma en que lo había dicho. Taehyung pareció notarlo porque sonrió arrepentido—. Lo siento, Jungkook. Te veo demasiado gentil y delicado para eso, no puedo imaginarte peleando cuerpo a cuerpo con alguien.

—Puedo hacerlo —se cruzó de brazos con presunción y su frente se arrugó poquito, sintiéndose atacado.

Y Taehyung le creía de forma sincera, aunque su sonrisa se mantuvo intacta. Había visto a Jungkook haciendo cosas que ningún humano como él podría jamás, por lo que le creía, pensó que debía ser cierto que tenía la fuerza suficiente para enfrentar a alguien.

A Taehyung no le sorprendía, en realidad le impresionaba, y al mismo tiempo también le daba tranquilidad saber que su bonito ángel estaba preparado para defenderse en caso de que alguien tratara de dañarlo. Simplemente la habilidad de sanar como había hecho en el río era suficiente para que las personas codiciaran sus habilidades y sabía que la fuerza siempre era la primera opción de las personas para obtener lo que quieren.

The Forest | TKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora