1. Primer encuentro

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Mia 

Me encuentro en mitad de la pista de baile moviendo las caderas al son de la musica. Es miércoles noche, y como es de esperar Inferno esta a tope. En mi mano derecha sujeto, a duras penas, mi bebida favorita, "Amaretto Sour".  Soy consciente de que llevo unas copas de más, a estas alturas de la noche, me da igual. He venido a divertirme y a liberarme del estrés acumulado en la semana.

Bebiéndome el ultimo culo de bebida que queda en el vaso, esquivo a la gente y me acerco a la barra del bar. Estela se apresura a mi encuentro.

- No crees que ya has bebido demasiado ? - Cuestiona en tono madre aguafiestas. Odio cuando me limita. Normalmente, no lo hace pero esta noche no se que mosca le ha picado.

Sin responderla, pido otra copa mas y espero pacientemente en el bar. Estela al ver mi reacción, suspira, advirtiéndome que se va por que mañana tiene curro. Recojo mi copa y vuelvo a la pista de baile. Encuentro un hueco entre la multitud y me dispongo a hacer lo que mejor se me da, poner cachondos a los tios. Con un poco de suerte hallo una víctima nueva y esta noche no me toca repetir, ya que ir a mi casa sin acompañante no esta dentro de mis planes.

El club cierra sin que yo haya logrado mi misión. Disfruto de mi último chupito en la barra y observo como Alex , el bartender, lava sus herramientas. Apoyo los brazos y hundo la cabeza en ellos. Las luces indicando el cierre hacen que me retumbe el cerebro. Sin previo aviso, aparece Ignacio , amigo de mi padre y dueño del local.

- Otra vez aquí hasta el cierre ? - Comenta decepcionado. Al ver que no obtiene respuesta continua. - Me queda un rato, pero si quieres te llevo a casa. - Ofrece posando su mano en mi espalda.

- Déjame en paz. Me las arreglare sola. - Gruño molesta, manteniendo mi posición.

- Yo la llevo Ignacio , no te preocupes. - Asegura Alex con amabilidad.

A duras penas consigue meterme en el coche. Hago todo lo posible por negarme a entrar, eso significaría que dormiría sola en mi cama. Lo odiaba. No por que creyera en el amor ni nada de eso, si no por que repudiaba el hecho de tumbarme en una cama vacía. La soledad me angustiaba. En ella, todos los demonios de mi cabeza aparecían y eso era algo que apenas soportaba. Prefería mil veces acostarme con cualquier idiota que pasar una noche entera conmigo misma. El simple hecho de tener a alguien al lado hacía que pudiera descansar. Debería de ir a terapia y aprender, seguro. Lo iba ha hacer, por supuesto que no.

Alex y yo compartíamos piso, con los alquileres de hoy en día, cualquiera vivía solo. Era un amigo de verdad, a diferencia de otros, era inmune a mis hechizos. Por mucho que tratara de seducirle, no caía. Estudiaba en la universidad y yo le ayudaba con lo que podía. Pagábamos el alquiler a medias y cada uno teníamos nuestro espacio personal. Vivíamos en un piso de dos habitaciones mas el salón y cocina, situado casi en el centro de la ciudad. Cerca de la universidad, donde el asistía a clases. Admiraba su determinación por sacarse la carrera de sus sueños. Yo, por el contrario me limitaba a trabajar y divertirme.

Me levante con unas ganas de vomitar horribles. Las arcadas no tardaron en llegar, corrí al baño y eche todo el veneno que llevaba dentro. Salí de la ducha con prisa, como siempre, en veinte minutos tenía que estar sentada en mi bici si quería llegar al trabajo a tiempo.

Apurada, en tanga y sujetador corrí a la cocina. El olor a café me invadió. 

- Gracias Alex , te quiero, gracias por el cafe. - Grite sabiendo que estaría en casa. 

Saque una galleta de chocolate y la moje en mi café. El y otro hombre aparecieron por el arco de la puerta. Ambos me observaron con cara "What the fuck".

El reto de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora