8. Buscando a Mia

31 14 20
                                    


ALEX

Una mañana de domingo al lado de Lucia era algo con lo que había estado soñando mucho tiempo. Pero tras lo que paso con mi ex, no pensaba que sería mi realidad. El sexo con ella era increíble y podíamos hablar de todo. No había dramas ni malentendidos, con ella todo era simple. A pesar del estrés que teníamos encima con los finales, encontrábamos tiempo para disfrutar juntos. Eso era lo importante, que nos tuviéramos como una prioridad, demostraba que los dos apostábamos por esto a partes iguales.

Lucia era dulce, amable, y tranquila. Estar con ella me producía paz interior. Es determinada a conseguir lo que se propone y la paciencia con la que disponía, es pura virtud. Todavía recuerdo el primer dia de universidad. Ella, apareció de la nada y me pregunto si sabía donde quedaba nuestra primera clase. La acompañe y ese fue el comienzo de una bonita amistad. Todo el mundo parecía tener claro que íbamos a llegar a ser pareja, menos nosotros mismos. Es increíble que desde ese día ya hayan pasado mas de cuatro años.

Estaba un tanto preocupado ante la reacción que tendría Mia cuando descubriera que este domingo no dispondría de tiempo para estar tirado en el sofá viendo una película con ella, como solíamos hacer. Desde que traje a Lucia a casa por primera vez, nuestra relación se había vuelto distante. Sabía que Mia odiaba a Lucia tal y como odiaba a todas y cada una de las personas nuevas que entraban en su vida. Después de tantos años con ella a mi lado, como mejor amiga, había aprendido que a Mia no se la podía tratar de cambiar. Ella era como era a raíz de los sucesos que habían pasado en su vida. Su mayor problema era que seguía anclada en el pasado. Se repetía a si misma que la culpa de todo fue suya y eso, no la permitía avanzar.

Lucia había notado que estaba un tanto nervioso. Tras explicárselo me había asegurado que no tenía nada por lo que preocuparme ya que seguramente Alvaro y Mia se habrían acostado. Eso la traería de vuelta con un buen humor y tendría mas probabilidades de que su reacción hacia ellos, no fuera tan fuerte.

Alvaro apareció por casa hecho un cuadro y sin acompañante. Si no le conociera lo suficiente, diría que incluso había llorado. Traía los ojos rojos y el pelo mal peinado. Normalmente sus rizos caían sobre su frente. Ahora parecía que se hubiera pasado las manos por la cabeza a modo desesperación. Encima, si quiera se había traído sus apuntes. Este, como pensaba estudiar?, pensé. Eso me alarmo, algo había pasado.

- Donde esta? - Preguntó refiriéndose a Mia - Tengo que hablar con ella, no he pegado ojo en toda la noche.

Lucia y yo nos miramos. Entendiendo que deberían de haber discutido y por eso llegaba solo. Mierda, pensé, si se han peleado y Mia no esta en casa, donde coño esta?

Le explique que Mia no estaba, que no había vuelto y que sinceramente no tenía ni la mismísima idea de donde había pasado la noche. Procure sonar tranquilo, Alvaro me calo directamente. Era obvio que yo estaba super preocupado. Era raro, desde que dejo las drogas, Mia siempre volvía a casa. Acompañada de un desconocido, pero volvía. No se quedaba a dormir en ningún otro lado por que no se sentía segura. Por lo que si no había aparecido por aquí estaría en algún lugar sola.

- Entonces donde coño esta? Fui a buscarla al Inferno pero nada. - Sentencio Alvaro - Un tal Ignacio me aseguro que no la había visto, por lo que supuse que habría venido aquí. - Me miro arrepentido, el pensaba que la había cagado, aunque en verdad, no tuviera culpa alguna - Tio lo siento, si hubiera sabido. Estaba muy enfadada, no pude hacerme con ella. Pensé que lo mejor sería dejarlo estar, como había quedado contigo, pensé en hablarlo con ella hoy...

Continuo con su monologo, volvió a pedir perdón y a explicar detalladamente toda la situación. Me contó la pelea que tuvieron y lo que había transcurrido durante el tiempo que habían pasado juntos. Deje de escucharle. Tenía que concentrarme en pensar donde podía estar. Conociéndola, en un ataque de ira era capaz de hacer cualquier cosa. Para Mia los limites, no existían.

El reto de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora