Ese día se había mostrado desde primera hora de la mañana, muy gris. Grandes nubarrones tapaban al sol por lo que el día también era frío. Era justo el día en el que te gustaría estar en tu casita, tranquilita, bajo la estufita, comiendo chocolate caliente.
Es decir, todo lo contrario a donde estaba Victoire Weasley en ese momento.
Ya, a última hora de tarde (y, por fin, de clase), toda la clase de tercero de Gryffindor se encontraba en el invernadero con la profesora Sproud explicando sobre no-sé-qué-cosa que no escuchaba Victoire. Estaba con la atención en otra cosa... exactamente en dos cosas. La primera en que no se le congelaran sus manos por lo que se las frotaba con frenesí. Y la segunda era que no podía dejar de mirar al chico que se encontraba cuatro personas mas allá.
Thomas Aberty.
Ese chico al que habían llamado primero el día de su selección... ese que había quedado en Slytherin.
A ver, que eso no tenía nada de malo para Victoire. En realidad, a ella no le importaba la casa, todo dependía de como fuera la persona en sí.
Thomas es un muchacho menudo, solo unos centímetros mas alto que Victoire y su pelo rubio siempre lo llevaba muy bien peinado.
No sabía muy bien cuando había pasado todo eso... Bueno, sí sabía. Fue cuando estaba guardando las cosas en el Expresso Hogwarts. Estaba terminando de acomodar sus cosas cuando, de repente, Lennox, el gato que le habían regalado por entrar en tercero, se escapó y empezó a corretear por los pasillos del tren. Fue Thomas, el cual pasaba por allí, el que pudo coger a ese ladronzuelo y con una sonrisa devolvérselo a su dueña. Dueña, la cual estaba muy sonroja en ese momento.
Desde ese día, Victoire sentía como, en contra de su voluntad, sus ojos se escapaban a él cada vez que estaban en la misma sala.
Como ahora.
-Tierra llamando a Victoire, ¿hay alguien en el país Thomilandia?- la sacó de su ensoñación la voz de Annie. Rápidamente miró a su amiga, roja como un tomate, y la observó con reproche.
-¡Annie, ¿qué cosas dices, tonta?!
Como respuesta, la morena se rió.
-Por si no te has dado cuenta, la clase ha acabado, genio- dijo Annie y para vergüenza de la rubia, se fijó en que tenía razón. Solo estaban ellas y la profesora recogiendo las últimas cosas.
Rápidamente salieron de allí.
-¿Sabes ya a quién se lo vas a pedir?- preguntó Annie mirando a su alrededor por los pasillos. Se podía decir que estaban llenos de los alumnos que acababan de salir de su última clase y se dirigían a las salas comunes.
-¿A qué te refieres?- preguntó Victoire confundida y Annie soltó un resoplido.
-¿A qué va a ser? ¡Pues a tu acompañante para el baile de Navidad! ¡Es este sábado por si no recuerdas!- le reprochó en broma la mala memoria de su amiga.
Victoire frunció el ceño como si en ese momento se hubiera dado cuenta.
-Pues... pues no lo sé- murmuró.
¿Ella ir a preguntarle a algún chico? No se veía...
-¿Por qué no aprovechas ahora?- preguntó, de pronto, Annie, después de un minuto andando en silencio. La rubia se mostró confundida, no sabiendo que le decía.
-¿Eh?- miró a la morena, pero ésta no la estaba mirando sino que lo hacía a un punto fijo en su espalda. Victoire se dio la vuelta y sintió como sus mejillas se sonrojaban tenuemente cuando descubrió qué observaba.
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Porque Victoire y Teddy siempre estuvieron destinados a estar juntos.
Romance¿Qué Potterheard no ha escuchado alguna vez de Victoire Weasley? ¿Qué Potterheard no ha escuchado alguna vez de Teddy Lupin? ¿O qué Potterheard no ha leído el epílogo de "Harry Potter y las religias de las muertes"? ~Teddy está de vuelta, ¡Acabo de...