XXVIII: Locura.

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Silencio. Paz. Tranquilidad.

Lentamente, Teddy Lupin sentía como iba recobrando su conciencia.

No sabía dónde estaba. Simplemente notaba que se encontraba en un lugar suave y blando. Y tras no saber cuánto tiempo durmiendo acurrucado en las rocas, su espalda y todo su cuerpo en realidad se lo agradecía profundamente. Sentía sus músculos entumecidos y adoloridos, además de que notaba que no podía mover su pierna derecha. Tenía una fuerte palpitación en la cabeza, a la altura de sien.

¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba? ¿Cómo estaban Thomas y Daylon?

Los últimos recuerdos que tenía en su cabeza era de explosiones, hechizos, gritos, polvo y... derrumbamiento. Todo había sido un caos.

Un gemido salió de los labios del chico cuando intentó recordar algo más, algo coherente.

Desistió. Ahora mismo no podía, por lo que lo dejaría para mas tarde. Ahora lo mas importante era averiguar donde estaba. Y eso tenía fácil solución.

De forma cuidadosa y poco a poco, Teddy abrió los ojos.

Se topó con techos y paredes blancas como la cal. La habitación estaba casi vacía. Las cortinas celestes estaban corridas sobre la ventana que tenía a su derecha, aunque apenas entraba la luz pues quedaba poco para que amaneciera. Bajo ella, había un sofá de dos plazas. Justo enfrente de él había dos puertas. Una de ellas en la pared contigua. Advirtió que estaba en una camilla con unas sábanas blancas tapándole una pierna pues la otra la tenía levantada con yeso en ella.

Su corazón empezó a latir con velocidad. Parecía...

Un hospital.

Estaba en un hospital.

Sin poder digerir muy bien lo que estaba ocurriendo, en ese momento, escuchó el sonido de voces al otro lado de la puerta.

-No debería de estar aquí- susurró la voz de una mujer que a Teddy le pareció ligeramente familiar. En su tono se podía apreciar el reproche junto con el nerviosismo- Sabe que todavía no es la hora de las visitas- soltó un suspiro- Mire, el joven está bien. Su recuperación avanza así que no tiene que preocuparse mucho. Pronto despertará.

Una parte de Teddy escuchaba como si estuvieran hablando de otra persona, pero cuando distinguió la figura de dos personas en el pequeño recuadro que tenía la puerta (que aunque no era trasparente, sí se podían distinguir las siluetas oscuras) sintió como se le paraba la respiración.

¿Quiénes eran?

Su corazón dejó de latir por unos segundos cuando escuchó la voz de la respuesta.

-Enfermera Keller, por favor- suplicó- Necesito verlo.

Imposible...

El silencio proveniente de la mujer y su suspiro hizo que se le pusieran los pelos de puntas. Su corazón empezó a martillear fuertemente en el pecho, queriéndose salir de su prisión, mientras que un estremecimientos le recorría desde las puntas de los pies hasta cabeza.

No, no, no, solamente estaba soñando.

Después de todo este tiempo soñando con ella, añorándola, anhelándola, deseándola... ¿la tenía a tan solo unos pasos?

No. Solamente era su imaginación. Esto era otra de las locuras de su mente que se divertía jugando con su cordura.

-Recuerde, por favor, cuando estuve yo. ¡Veinte minutos es lo que pido yo! ¡Solamente eso! Deseo verlo, estar a su lado, sentirlo, saber que de nuevo solo somos él y yo. Y sabe que si vengo en el horario no podré con los otros por ahí rondando.

Porque Victoire y Teddy siempre estuvieron destinados a estar juntos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora