Capítulo 4

99 0 0
                                    

La noción de los houyhnhnms acerca de la mentira. -El discurso del autor,

desaprobado por su amo. -El autor da una más detallada cuenta de sí mismo y de

los incidentes de su viaje.

Me oyó mi amo con grandes muestras de inquietud en el semblante, pues dudar o no

creer son cosas tan poco conocidas en aquel país, que los habitantes no saben cómo

conducirse en tales circunstancias. Y recuerdo que en frecuentes conversaciones que tuve

con mi amo respecto de la naturaleza humana en otras partes del mundo, como se me

ofreciese hablar de la mentira y el falso testimonio, no comprendió sino con gran dificultad

lo que quería decirle, aunque fuera de esto mostraba grandísima agudeza de juicio. Me

argüía que si el uso de la palabra tenía por fin hacer que nos comprendiésemos unos a otros,

este fin fracasaba desde el instante en que alguno decía la cosa que no era; porque entonces

ya no podía decir que nadie le comprendiese, y estaba tanto más lejos de quedar informado,

cuanto que le dejaba peor que en la ignorancia, ya que le llevaba a creer que una cosa era

negra cuando era blanca, o larga cuando era corta. Éstas eran todas las nociones que tenía

acerca de la facultad de mentir, tan perfectamente bien comprendida y tan universalmente

practicada entre los humanos.

Pero dejemos esta digresión. Cuando aseguré a mi amo que los yahoos eran los únicos

animales dominadores de mi país -lo que declaró que iba más allá de su comprensión-,

quiso saber si había houyhnhnms entre nosotros y a qué se dedicaban. Díjele que los

teníamos en gran número y que en verano pacían en los campos y en invierno se los

mantenía con heno y avena, encerrados en casas donde sirvientes yahoos se dedicaban a

lustrarles la piel, peinarles las crines, limpiarles las patas, darles la comida y hacerles la

cama.

«Te comprendo perfectamente -dijo mi amo-; y de todo lo que has hablado se desprende

con toda claridad que, cualquiera que sea el grado de razón que los yahoos se atribuyen, los

houyhnhnms son vuestros amos. Bien quisiera yo que nuestros yahoos fuesen tan

tratables.»

Rogué a su señoría que se dignase excusarme de continuar, porque estaba cierto de que

los informes que esperaba de mí habían de serle sumamente desagradables. Pero él insistió

en exigirme que le enterase de todo, bueno y malo, y yo le dije que sería obedecido.

Reconocí que nuestros houyhnhnms, que nosotros llamábamos caballos, eran los más

generosos y bellos animales que teníamos, y que se distinguían por su fuerza y su ligereza;

y cuando pertenecían a personas de calidad que los empleaban para viajar, correr en

concursos o arrastrar carruajes, eran tratados con gran regalo y atención, hasta que

contraían alguna enfermedad o se despeaban. Llegado este caso, eran vendidos y dedicados

a las más ingratas faenas hasta su muerte, y después de ella se les arrancaba la piel, que era

Los viajes de Gulliver por Jonathan SwiftDonde viven las historias. Descúbrelo ahora