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. . . unos días después

Daryl encendió la lámpara de la mesita y Mia se sentó en el sofá, con el álbum de fotos que le mostró el cazador hace unos días. Era un álbum lleno de recuerdos de la infancia de Daryl, fotos en blanco y negro de un pequeño ojiazul sonriente con su familia. Mia lo miraba con curiosidad mientras él se sentaba a su lado.

— ¿Te imaginas cómo sería nuestro bebé si alguna vez tuviéramos uno? — preguntó Mia con una sonrisa juguetona, aunque con un deje de seriedad en su voz.

Daryl la miró, sus ojos azules brillaban con ternura mientras acariciaba suavemente la mejilla de Mia.

—Sería hermoso, como tú. Pero esperemos un poco más antes de pensar en eso —respondió Daryl, su voz tranquila pero firme.

Mia asintió, sabiendo que aún tenían mucho por delante antes de dar ese paso. Guardó el álbum y se acercó más a Daryl en el sofá.

Mia se acurrucó junto a Daryl, disfrutando del calor de su cuerpo y la cercanía que siempre le reconfortaba. El suave resplandor de la lámpara iluminaba sus rostros, creando una atmósfera íntima y tranquila en la sala. Durante unos momentos, se quedaron en silencio, perdidos en sus pensamientos y en la sensación reconfortante de estar juntos.

— ¿Recuerdas cómo te sentías cuando eras niño? — preguntó Mia de repente, rompiendo el silencio con curiosidad genuina.

Daryl rió suavemente, recordando aquellos días lejanos. —Era un torbellino de energía, según mi madre. Siempre curioseando y jugando en el bosque. Supongo que no he cambiado mucho en ese sentido.

Mia sonrió, imaginando a un joven Daryl lleno de curiosidad y entusiasmo. — Debes de haber sido un niño adorable. ¿Hay alguna foto en particular que te guste especialmente?

Daryl reflexionó por un momento, antes de señalar una foto en la que aparecía con su madre y hermano en un parque. — Esta es una de mis favoritas. Fue tomada en un salida que tuve con ellos. Había un gran bosque, me la pase jugando allí.

Mia observó la foto con atención, notando la felicidad genuina en el rostro de Daryl y la conexión familiar que irradiaba la imagen. —  Me alegra poder compartir estos recuerdos contigo.

Daryl asintió, mirándola con cariño. —Y me alegra que estés aquí para compartirlos conmigo. Eres mi presente y mi futuro, Mia.

Ella sintió un nudo en la garganta por la emoción, pero lo disimuló con una sonrisa tierna. —Y tú el mío, Daryl.

Se abrazaron un poco más fuerte, sintiendo el latido sincronizado de sus corazones. En ese momento, no necesitaban palabras para expresar lo que sentían el uno por el otro. Simplemente estaban allí, viviendo el presente y construyendo un futuro juntos, paso a paso.

— ¿Te das cuenta de todo lo que hemos avanzado? — dijo Daryl y se aferro más a Mia.

La castaña le sonrío — Te quiero — Mia entrelazo sus dedos junto a los del cazador.

El ojiazul abrazó a Mia y besaba sus mejillas reiteradas veces — ¿Te imaginas cómo será nuestra vida en unos años?

Esa pregunta que hizo Daryl a Mia, a ella le bombeó el corazón automaticamente, se les iluminaron sus ojos — Me veo con muchos hijos de nosotros, tú llegando del trabajo... Recibiendote con tu comida... También haciendo el amor mañana y noche.

— ¿Sí? — murmura en la mejilla de la castaña — Me encanta esa idea...

— Quiero al menos cuatro hijos.

— ¿Cuatro? — acaricia la cintura de su novia.

— ¿No quieres? — hace un leve puchero.

— Yo quiero todo contigo, amor — con sus dedos toco un mechon de Mia para llevarselo a su oreja — Pero también quiero que tu cumplas tus metas personales, no quiero que tú siendo tan joven te arrepientas de esa vida...

Marinero 𐙚 Daryl DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora