VIVIR DESDE EL CORAZÓN (E INTUICIÓN)

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Capítulo 6: Vivir desde el Corazón (e Intuición)

A medida que comenzamos a transitar por la vida, el libre albedrío nos permite elegir, en mayor o menor medida, según qué prisma veremos y viviremos nuestras experiencias: desde el corazón o la mente, la intuición o el ego.

Ni uno ni otro es mejor o peor; son caminos diferentes, elecciones totalmente personales que nos moldean y definen. Como mencioné en el capítulo anterior, durante mucho tiempo viví en consonancia con el ego, guiado por la racionalidad, el análisis lógico y el deseo de control (que, al cabo, es una ilusión). Sin embargo, ahora me estoy atreviendo a vivir desde el corazón, una decisión que está íntimamente ligada a la intuición, ese sentido profundo y casi inexplicable que surge desde lo más interno de nuestro ser. Vivir desde el corazón es, en esencia, vivir a través de la única brújula que nos da certeza: la intuición, esa capacidad espiritual de origen divino que nos otorga sentido en un mundo que, si nos dejamos guiar plenamente por el ego y su racionalidad, nos sumergiría en el caos de una vida aparentemente "desordenada" y "vacía".

Lo cierto es que experimentar ambos extremos, tanto la mente como el corazón, te proporciona perspectiva. Pero el verdadero reto reside en encontrar un equilibrio, un punto de entendimiento mutuo, donde el corazón sea el motor que impulsa nuestras decisiones, y el ego actúe como copiloto, un asesor o herramienta que nos ayuda a navegar por el mundo de una manera práctica. En este viaje, el piloto eres tú, el ser consciente y divino que elige y decide el rumbo de su vida.

Vivir desde el corazón (y la intuición) nos otorga algo esencial para alcanzar la satisfacción verdadera: la paz interior. Este es un estado de serenidad que surge cuando somos fieles a lo que sentimos en lo más profundo, cuando seguimos ese camino que, aunque a veces parezca incierto o inexplicable, nos brinda la certeza inexplicable de que estamos en la dirección correcta. Este tipo de vida fomenta la autenticidad, porque nos invita a vivir de acuerdo con nuestros sentimientos, con aquello que realmente somos, en cada momento.

Cuando vivimos desde el corazón, actuamos en consonancia con nuestros valores más profundos, con lo que realmente importa. Esta forma de vida nos permite trascender la superficialidad y conectar con algo más grande que nosotros mismos, con una verdad interna que trasciende las palabras y las explicaciones racionales. Es, en muchos sentidos, un acto de fe en uno mismo y en la vida.

Sin embargo, vivir desde el corazón no siempre es fácil. El ego, con su necesidad de control y su apego a la lógica, a menudo se resiste. Puede ser, y será, un camino lleno de desafíos, donde nos enfrentamos a la duda, la incertidumbre, e incluso a la desaprobación de quienes nos rodean. Pero es también un camino de descubrimiento y crecimiento, donde cada paso que damos nos acerca más a nuestra verdadera esencia.

Vivir desde el corazón es, muchas veces, inexplicable para el ego. El corazón habla un lenguaje que la mente a veces no puede entender, porque se basa en la intuición, en esas "corazonadas" que no tienen una explicación lógica inmediata pero que, cuando las seguimos, nos llevan a donde necesitamos estar. Es aprender a confiar en esa voz interna, a veces suave y susurrante (y por ello necesita silencio para ser escuchada), que nos guía hacia lo que es verdaderamente significativo y valioso para nosotros.

Este equilibrio entre corazón e intuición, mente y ego, nos permite vivir una vida más plena y auténtica. Nos invita a ser valientes, a enfrentar nuestros miedos y a caminar por el sendero de la vida con confianza y, sobre todo, con AUTENTICIDAD, sabiendo que, aunque el camino no siempre sea claro, estamos siendo guiados por la fuerza más poderosa que tenemos: nuestro corazón (y su conexión con lo divino).

VIVIR LA VIDA SIN REMORDIMIENTOS NI CULPASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora