CAPITULO 3

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Desde mi habitación veía a las personas sacar muebles y accesorios de mi casa. Acomode mi corbata y vi mi traje negro en el espejo de cuerpo completo cerca de mi cama. Siempre me habían dicho que los ojos de mi padre estaban en mi, que su carácter radicaba también conmigo. Aunque no tuve la dicha de confirmar eso con mis propias convicciones me alegraba al menos maquinar una idea de como era.

Trate de sonreír para hacer casi real mi felicidad, se que casarse con alguien es un momento de felicidad genuina, pero lamentablemente la mía no es por amor y a como van las cosas creo que nunca voy a experimentar tal sentimiento.

Tome las llaves de mi porsche negro antes de salir, el viejo me lo había obsequiado para agilizar mi recorrido por las calles de San Francisco, al menos fue considerado conmigo al darme un obsequio o quizás no quería pasar la humillación de tener un nieto que no tiene su propio auto.

Di un último vistazo a mi hogar, no podía evitar sentir la calidez y presencia de mi hermano desde que llegué. Tantos lugares, tantos momentos que compartimos juntos me pregunto que pensarías sobre lo que estoy a punto de hacer. Tal vez, no estuviera aquí para empezar ya que no sería necesaria, serías tú él que ahora se casaría y quizás sería por amor, Camila es una mujer bonita estoy segura que a él si le hubiera parecido la idea de casarse con una mujer así.

—Si tan solo estuvieras conmigo —musito y el viento sueve no se tardó en llevar mis palabras al cielo.

En menos de una hora llegue a la playa donde se llevaría a cabo mi boda; Fort Funston. Desde que llegué todo olía a dinero derrochado, esta muy bien arreglado y todos los invitados estan listos en sus lugares correspondientes, comenzaba a sudar frío y mi traje comenzó a estorbar y a bloquear mi respiración, aunque trataba de buscar un rostro conocido no vi ninguno y todos parecían murmurar cosas que no podía entender, sin embargo, estoy más que seguro que se están preguntando de dónde demonios había salido.

Sin perder mucho tiempo, me pare frente al altar, el padre ya se encontraba ahí y me sonrió cálidamente, su sonrisa se marcaba mucho por sus notables arrugas. Estuve a punto de arrodillarme y confesar mis pecados para que detuviera todo, pero claro, eso solo sucedería en mi mente.

El par de ojos cada vez se agregaban más y me veían expectantes, me sentí incómoda pero trate de estar firme y rogar internamente de que ella se arrepintiera y no llegara al altar. Mis manos temblaban y observaba que nada estuviera fuera de lugar. Me aferre a mantener mi papel de un hombre a punto de casarse, pero, por alguna extraña razón tenía el presentimiento de que algo saldría mal.

De un momento a otro, la melodía del piano comenzó a sonar y la gente se incorporó dándome ahora la espalda para ver a la novia llegar. Trague pesadamente y moje mis labios, sentí mi boca reseca y la garganta irritada. Joder quería correr.

Mi atención cayó en ella, estaba…impresionante. El vestido blanco cubría las partes de su cuerpo sutilmente y dejaba un poco de piel descubierta para la imaginación, sin ser vulgar y más elegante. Sostenía un ramo de flores amarillas dándole un toque delicado a su vestidura, cómo podía ser tan perfecta para los ojos de cualquiera. Cuando llegó a mi lado y viramos nuestro cuerpo para ver al padre.

Apretaba mis manos por la ansiedad de escapar y nadar para perderme en una isla cercana, como si eso fuera posible a estas alturas, no escuché para nada lo que él mensajero de Dios decía frente a todos. Solo podía pensar en una cosa. En cómo sería capaz de besarla y lucir natural cuando aceptemos y esto termine.

¿Y si hago muecas?

O peor aún, podría sacar mi desayuno y este mareo continuo no me ayuda. Dios mío, dame fuerzas...

El día más oscuro (GIP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora