CAPITULO 5

66 11 1
                                    

Los rayos del sol se filtraban por las sábanas blancas, poco a poco las imágenes de mi alrededor son mucho más claras.
A mí costado, esta Camila, lucia tan pacífica, como si de su boca no salieran palabras tan duras y cargadas de verdad.

Aún me pregunto cómo alguien como ella se casaría conmigo o me elegiría a mi por encima de posibles opciones que de verdad quisieran estar con ella o mejores que yo en todos los sentidos.

Mi atención fue a las sábanas que cubrían nuestro cuerpo, sentía que tenía una erección y lo comprobé al ver el bulto formarse. Me levanté rápido y fui a darme una ducha ya que necesitaba relajar mi cuerpo y despejarme de todo. Al ver la parte superior de mi cuerpo veo lo que no me permite ser un hombre completamente; mis pechos no eran muy pronunciados pero estaban ahí. Siempre que me analizaba a través del espejo era muy fácil para mí saber que mi cuerpo entero está envuelto en un disfraz.

¿Acaso los demás eran ciegos?

Mi piel pálida se ve delicada a la vista, mis pestañas son largas y rizadas,  mis labios son algo voluptuosos y no tengo pero ni un milímetro de bello en mi rostro. Que estúpidos, no me dan siquiera el beneficio de la duda.

Fue casi imperceptible pero escuché la puerta abrirse y como el vapor de la ducha escaba por esta misma. Me golpee mentalmente por mi estupidez, había dejado la puerta sin el pestillo puesto como si yo fuera la única que vivía aquí. Cuando vi su cuerpo pasar me di la vuelta, cubriendo la parte que me delataría tan  pronto me viera.

—¿Q-qué haces aquí? —mi voz salió titubeante.

—Busco asear mi cuerpo, ¿Qué no es obvio?

—Sal de aquí de inmediato —ordené pero paso lo contrario.

Escuché sus pasos acercándose más a mi. Apreté mis brazos fuertemente a mi alrededor tratando de cubrir más piel. Todo estaba arruinado, lo presentía.

—¿A qué le tienes miedo?

Sus manos se deslizaron por mi espalda. Mi piel se erizo, pero no porque eso me gustara, era más bien porque intuía lo cerca que estaba y veía mi perdición aproximarse.

—Demuestrame que no eres realmente el hombre frío que todos describen con total seguridad.

Sus manos no me acariciaban con malicia, era más bien un suave toque que de manera consiente me relajó pasando unos segundos.

Ver mi reflejo en el espejo detonó mi enojo al ver mi avergonzada cara tornarse de un rojo intenso, no, eso no puede ser.

—¡Que te salgas, Joder! —vi que ella aparto sus manos de mi bruscamente —. He sido amable contigo, pero no soporto ni un poco estar cerca de ti. No quiero que toques mi cuerpo. Deja de jugar.

—Que  imbécil más grande eres—la vi por encima del hombro, su cara  se desarmo delatando así su enojo inevitable, pero, la bolsita que llevaba consigo me robo el interés de saber de qué se trataba.

Cuando escuché la puerta cerrarse me apresure a secar mi piel, mi cabello y comencé a vestirme. Todavía era temprano así que llegaría atiempo a la oficina. Después de todo, yo soy la dueña, pero debía dar un buen ejemplo llegando temprano.

Cuando salí del baño y me aseguré que ella no se encontraba busqué la pequeña bolsa que traía consigo y no la encontraba por ninguna parte, cuando estaba apunto de darme por vencida la vi sobresalir debajo de la cama. Cuando me agache y la tuve entre mis manos al fin, comencé a revisar y lo primero que atrapé fue una carta.

“Empecemos de nuevo, Lorent. Toma este obsequio como prueba de lo que te digo es cierto”

Saque del interior un collar con el dije del infinito. Esa imagen la tengo grabada en mi piel detrás de mi cuello, sin querer ella me ha regalado algo que tiene un gran significado para mí. Sin embargo, admito que la trate de la peor forma.

¿Por qué lo haces tan difícil Camila?

Te comportas de una manera amable y dulce, pero sigues mostrando esa cara triste, tus acciones son incongruentes con lo que tus ojos transmiten. Solo puedo soltar al vacío el: ojalá no te hubieras cruzado en mi camino, tal vez en otro momento podríamos haber creado una bonita conexión. Por ahora será mejor así, estoy segura que si te confesara la condición en la que me encuentro lo último que harías es estar conmigo y el único sentimiento que tendrías hacia mi sería de asco, después de todo es lo único que las personas que llegan a conocerme me han ofrecido, así que ódiame…ódiame Camila con todas tus fuerzas. No quiero crear lazos cercanos contigo y luego salir más rota de lo que ya estoy. Te mereces a alguien mejor, tu solo eres víctima de esta estúpida rivalidad que se expande entre mi abuelo y tú padre.

¡No quiero sentirme así de mal!

¡No debo aceptar que comienzas a importarme!

¡No puedo aceptar, que tengas ese trato conmigo o después no podré alejarte de mi!

(RIN...RIN...RIN)

El incesante ruido de mi celular me saco de mi trance que lentamente me torturaba.

Con paso decidió llegué a la mesita de noche a un costado de mi cama. El número no lo tengo registrado en mis contactos.

¿Quién podría ser?

Conteste para averiguarlo lo más pronto posible, espere a que la persona del otro lado hablara primero pero me desconcerto no escuchar nada así que tome la iniciativa de hablar primero:

—¿Quién es?

Lorent —es la voz de una mujer —. Lorent Clifford.

Me quedé estática, no había reconocido su voz pero sabía mi nombre y me llamó al número personal.

—¿Que es lo que quiere? —traté de sonar serena.

—¿Estás sola? —al escucharla llamarme así hizo que me desplomara sobre mi cama y tratara de mantener la calma.

Me habían descubierto. Mierda. Mierda. Mierda. Sabía que tarde o temprano esto se saldría de control pero no imaginé que tan pronto sería.

—¿¡Maldita sea, quién eres tú!? —estaba hiperventilando.

Se todo sobre ti y tengo información valiosa. En unos días me contactaré de nuevo contigo...

—¡De ninguna manera!

Se que no eres estúpida. Harás lo que te digo si no quieres que ésto que tanto ocultas salga a la luz.

—No lo hagas, por favor.

Sentí mi orgullo lanzarce de la ventana al rogarle a una completa desconocida hija de pu...

Entonces haz lo que te digo. Te enviaré una dirrección que será nuestro punto de encuentro, no le digas a nadie sobre esto y pobre de ti si quieres pasarte de lista. Hasta entonces.

El sonido fijo me trajo a la realidad, me había colgado. Arrojé mi teléfono mientras trataba de escarbar en lo profundo de mi cerebro para reconocer esa voz pero estoy en blanco.

¡Joder!

Es una amenaza directa la que acaba de hacerme. Seguramente su objetivo es sacar una buena suma de dinero, eso es obvio. Pero ¿Quién es? ¿Cómo averiguó la verdad? Me habló con tanta familiaridad que me causo escalofríos, se siente como si esa persona me estuviera observando todo este tiempo desde las sombras y ya había lanzado su primer ataque.

—¡Perra! —vociferé con todas mis fuerzas.

***

Espero que sea de su agrado este nuevo capítulo. Gracias por leer y votar. Siéntase libres de comentar, me gusta leerlos y saber que piensan de cada actualización.


El día más oscuro (GIP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora