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El cielo era un manto de azul puro, salpicado de ligeras nubes blancas que parecían algodones flotando en la vasta extensión. La brisa suave acariciaba las hojas de los árboles y hacía que las pequeñas aves cantaran alegremente mientras volaban alrededor de la ciudad. Era un día perfecto, cinco años antes de los eventos actuales. En un parque, la tranquilidad reinaba y todo era apacible.
En una banca, un hombre estaba sentado leyendo un periódico. El sol brillaba intensamente, haciendo que sus gafas reflejaran destellos de luz. A su alrededor, familias disfrutaban del verano, caminando y riendo. Los niños corrían por el césped, sus risas resonando como campanillas en el aire fresco. Un pequeño colibrí, con sus brillantes plumas iridiscentes, volaba alrededor de unas flores cercanas, succionando el néctar con su pico fino y delicado. Se movía con rapidez, su cuerpo era una mancha borrosa mientras se desplazaba de una flor a otra, antes de alejarse sin dejar rastro, dirigiéndose hacia la ciudad y sus altos edificios.
Algo llamó la atención del diminuto ave: un reflejo brillante sobre una ventana del hospital cercano. Intrigado, el colibrí se acercó a aquella luz llamativa, volando hasta posarse en el marco de la ventana. Dentro de la habitación, una mujer yacía pacíficamente en una camilla, sus signos vitales controlados por varios monitores. A su lado, un sillón con una manta azul desordenada y unos zapatos cafés en el suelo sugerían la presencia de un visitante reciente. Pegado a una pared, una mesa rectangular sostenía una pañalera grande color rosa, rodeada de pañales y toallas húmedas junto con un bote de talco.
El colibrí observaba con curiosidad al hombre que estaba parado en medio de la habitación, meciéndose lentamente de un lado a otro con la espalda vuelta hacia la ventana. Vestía un traje formal, pero sin la chaqueta, la cual estaba colgada en una silla frente a la mesa. El hombre murmuraba suavemente una canción, meciéndose con un ritmo hipnótico. El leve balbuceo tierno que acompañaba su canción provenía de un pequeño bulto en sus brazos.
Al girarse, el colibrí pudo ver que el hombre era Ekubo, sus facciones menos cansadas de lo habitual y una sonrisa cálida iluminando su rostro. En sus brazos, una pequeña bebé envuelta en una manta rosa de tela suave. Los ojos de Ekubo brillaban con adoración mientras miraba a su hija, susurrándole palabras bonitas y llamándola "princesa".
—Mi pequeña princesa —murmuró Ekubo, rozando suavemente la frente de su hija con sus labios—. Eres lo mejor que me ha pasado.
La pequeña criatura, con ojos grandes y curiosos, respondía a su padre con leves sonrisas y balbuceos, creando un momento de pura felicidad.
—Voy a cuidar de ti siempre —prometió Ekubo, meciéndola con cariño—. Nada te hará daño mientras yo esté aquí.
El colibrí, después de observar la tierna escena por un momento más, agitó sus alas y se alejó, dejando a Ekubo y su hija en su burbuja de amor.
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EN LA MIRA│ShouRitsu
FanficInmiscuirse en los pasillos más oscuros de su hogar no era buen ingenio. Sentía presencias más allá de lo intangible, un ojo gatuno que lo observaba a toda hora y en cada lugar, incluso entre sus sábanas y a la hora de rezar. No estaba preparado par...