Capítulo 25: El infantil Carter Myers

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—¿Por qué todo mundo le cree el teatro a ese tipo? Es decir, ¿no notan que es un hipócrita? Se muestra amigable, pero en el fondo es un sujeto totalmente distinto.

—Ay Ciro, no vengas con tus traumas, además, eres el menos indicado para criticar a otro cuando eres el peor de los hipócritas, hasta el sol de hoy sigues diciendo que la besaste por error, yo te vi, en cuanto notaste la presencia de Kalea, besaste a esa mujer con la lengua hasta la garganta, ¿quién es peor? Alguien que ha crecido en una familia que lo reprimía o tú que naciste feliz y en una familia amorosa, en la cual te malcriaron tanto, hasta el extremo de no admitir tus errores.

—¿Me estás criticando? La afectada no se ha quejado, ¿por qué siempre metes tus narices chihuahueñas en lo que no debes?

—Porque eres una carroña que finge ser buena gente, pues, déjame decirte que no lo eres—ataca Dao.

Descendí en silencio del coche al ver a Carter alejarse de los estacionamientos a pie.

¿A dónde va sin su auto? Se supone que ahí dentro lo están celebrando y él
simplemente se marcha.

¿Por qué lo seguimos sin seguridad alguna?

Sabemos karate, no exageres.

¿Y qué? A los dementes eso no les importa, además, tienes cara de niña de la alta alcurnia, nos secuestrarán.

Shh, luego nos preocupamos cuando nos arrojen al vagón de la camioneta.

Ay no, ¿cuánto tiempo más debo caminar? Mis piececitos me duelen de tanto andar y Carter no se detiene, además, ¿qué es lo que tanto murmura?

Acorté un poco más los pasos y paré mis orejas para escuchar con claridad. —¿Por qué yo? Es decir, ¿por qué me diste esos padres? Por qué tengo que hacer lo que esa señora quiere, no puedo y no quiero estar toda la vida cumpliendo sus caprichos, ¿qué?, ¿también debo casarme y tener hijos con alguien a quien no querré? —se detuvo y con su dedo índice señala el cielo nocturno que nos acompaña—Dime la verdad, fui una rata traicionera en mi vida pasada—se quedó en silencio de pronto y rio como menso—, acabo de sonar como Xia.

Sacudió su cabeza y resopló. —Alto, ¿y si me caso en Las Vegas con una random? —estalló en carcajadas—No, no, no, Carter Myers no se casará… se van todos a la mierda, yo haré lo que se me venga en gana cuando invierta los papeles, eso es—exclamó—. Alto, ¿cómo hago eso? Esa bruja sin corazón no tiene secretos…

Siguió su trayectoria en una línea para nada recta, su mano izquierda se zarandea, mientras que la derecha parece sostener algo. Su cabeza se alzó, mirando al cielo y a sus labios adhirió la boquilla de una botella de whisky que casi está por terminarse.

Rayos… ahora mismo se pondrá demente como en Alemania.

No puedo creer que ya nos encontremos en Central Park, con razón me arden los pies, no quiero siquiera calcular los metros que he transitado. Avanzando por el verde césped sigo a Carty, no obstante, ese loco ebrio se lanzó al suelo y de la nada se puso a rodar como perro.

—Pero… ¿qué es lo que estoy viendo? —me cubrí los labios con fuerza para no soltar la risotada que quiere salir.

—Ay mierda, pica, pica, pica—chilló, se puso en pie y se despojó del saco, acto seguido, lo mandó a volar.

Sus largas piernas se movieron, una delante de la otra con dirección al Bow Bridge. Reanudé mi caminata y levanté la botella vacía de whisky que dejó abandonada junto con su saco; acto seguido, con total tranquilidad, seguí transitando hacia él.

El rubio se detuvo a medio camino del puente y se asomó para apreciar las serenas aguas del lago, donde hay algo que lo ha hecho soltar unas palabras muy extrañas en su vocabulario. —Ay, pero que lindos—y eso ha sonado raro viniendo de alguien como él y más con el tono tan sensitivo en que lo ha dicho.

Desde ahora conquistaré su corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora