•|Capítulo 07|•

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Saludos a Miki_89069

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»Nuevo mundo«

Había costado mucho en que el dragón confiara en el pequeño humano, pero al darse cuenta que era la única forma de poder volver a los aires, el dragón accedió. Sería de utilidad.

Y aunque cayeron y fallaron múltiples de veces por un pequeño error del artefacto, al final Hiccup lo arreglo y junto a Toothless, ambos surcaron los aires.

Aunque.. la situación estaba llendo en caos.

Queriendo probar tácticas de vuelo, el humano y dragón fueron a parar hacia unas rocas.

Hiccup se había llenado de pavor al igual que el dragón, y aunque trato de esquivar queriendo ver la hoja de la función del aparato que había construido, no sirvió de nada cuando está salió volando de sus manos.

-¡Oh no!- sé lamento Haddock III. -Ay por Odin. ¡Vuelva!

El dragón lo miro como si fuera estúpido, pues esa exclamación no podía llevarla a cabo el. Le gruñó e Hiccup pareció comprenderlo avergonzando se.

De inmediato y aún con el corazón exaltado su cuerpo se movió solo. Tanto dragón como humano empezaron a maniobrar juntos, cifrando sus movimientos mutuamente hasta que salieron de entre las rocas del sitio de milagro. Ambos se miraron al final y sin evitarlo se sintieron felices, Hippo soltó un gritó y el Chimuelo un rugido. Por suerte nadie logra escucharlos.

Aliviado ya de lo anterior, el Abadejo exhaló y rio un poco. Ambos corazones latieron en sintonía, calmando su ansiedad del anterior momento ocurrido. Fue inevitable sobrellevar sus diferencias luego de eso. Hiccup reía y el dragón no pudo evitar mirarlo impresionado, notando como el otro regulaba su respiración antes agitada. El dragón siente curiosidad por ese humano, no era un humano común, lo sabía desde que lo vio por primera vez.

El alma de Haddock era única y singular, los dragones podían verlo si le prestaban atención como él y las confirmaciones de que no era como el resto de los de su manada vikinga solo afianzaba que ese chico de catorce no era igual; ignorando el hecho que no parecía un vikingo gordo fornido y mal oliente, no, incluso nunca sintió el peligro o malas intenciones del chico aún si cuando se conocieron pareció querer sacarle el corazón.

Esa vez se dejó vencer, Chimuelo no tenía motivo de vivir, su vida se había vuelto monótona y diestra cuando llegó al nido de la muerte roja. Incluso antes de llegar a esa prisión dónde abundaba el miedo por culpa del gran dragón, no tenía motivos reales para seguir disfrutando de los placeres de la vida. Nunca se interesó en dragones con los que podría haber podido formar una familia cuando maduro completamente y cumplió la mayoría de edad para convertirse en un dragón adulto, a los doce años. La única furia nocturna que lo cuido hasta sus cinco años de edad fue capturada por cazadores justo frente a sus ojos, que si no fuera porque gracias a ella conoció de su especie y sus misterios, no hubiera podido escapar de la red dónde había caído esa vez; habia sudo su culpa por caer en la trampa de cazadores de dragones y ser la dragona quien lo protegiera y escondiera.

Mi lindo Luz Nocturna •Toothcup• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora