Capítulo 12

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Me despierto y el machomean no está en la cama, miro la hora, son las nueve y media, me levanto de la cama y me pongo un pijama blanco con estampado de limones, la camiseta de tirantes se transparenta un poco y el pantalón es tan cortito que se me ve un poco el culo, sé que voy a provocarle y me encanta. Salgo del cuarto sonriendo como una tonta al imaginarme la cara que pondrá cuando me vea. Bajando por las escaleras me llega un olor a pan tostado, que mono, a lo mejor quería traerme el desayuno a la cama.
-Que bien huele. -Digo cuando llego a la cocina.
Se gira con una sonrisa para mirarme y veo como baja su mirada a mis pezones marcados por la fina tela, se lame los labios y sé que quiere follarme.
-Sigue cocinando, no he bajado a distraerte. -Le doy una palmada en el culo y voy a la nevera a por agua fría.
-Si bajas con eso puesto sabes de sobra que vas a distraerme. -Me guiña un ojo. -¿Tienes hambre? -Me pregunta mientras sigue haciendo las tostadas.
-Mucha. -Digo sentándome en un taburete de la isla de la cocina.
-¿A qué hora viene tu hermano? -Me pone un plato delante con dos tostadas de jamón y tomate.
-No lo sé, me avisará cuando esté cerca para que le mande ubicación. -Muerdo mi tostada, está buenísima y crujiente. -Qué bueno. -Digo con la boca llena. Me sorprende la confianza que tengo con él con lo poco que lo conozco.
-Vale, si quieres podemos quedar en un bar y tomarnos algo así sales, que, por cierto, ¿cómo estás?
-Bien, me siento con energía y me parece muy buena idea lo de ir a un bar, me apetece un vinito en una terracita poniéndome al día con mi hermano. -El machomean abre la boca y como sé lo que va a decir me adelanto. -Pero solo una copita, no es buena idea beber mucho con la píldora, lo sé.
Los dos nos reímos con la boca llena y en ese momento me doy cuenta de que me encantaría vivir con él todos los días y empezar así las mañanas siempre.

Nos sentamos en la terraza, está llena, estamos a finales de junio y son las siete y cuarto de la tarde, empieza a hacer menos calor y todo el mundo sale ahora a las terrazas, es un milagro haber encontrado esta mesa. Mi hermano llegará en unos diez minutos así que nos esperamos a pedir.
Lo veo de lejos y me pongo nerviosa, tengo muchas ganas de verle y encima va a conocer al machomean, lo que me hace pensar que cuando se presenten tendrá que decir su nombre y lo sabré por fiiin.
-Tete! -Chillo abrazándolo.
-Me vas a ahogar ratona. -Se ríe y me abraza él también. Cuando era pequeña mi abuelo me decía que era una ratita presumida y mi hermano empezó a llamarme ratona.
Le suelto y me quedo mirando al machomean que se ha levantado y sonríe mirándonos.
-Soy Hugo, encantado. -Dice mi hermano tendiéndole la mano.
3... 2... 1...
-Puedes llamarme Ermenegildo, así me llama tu hermana. -Me mira de reojo sonriendo y se estrechan la mano.
-Enserio? -Me he quedado tiesa, ni con esas dice su nombre, estoy flipando.
-Tu dijiste que me llamarías así. -Esa sonrisa... se la voy a arrancar como no me diga su puto nombre!! Dios y encima con esa cara de engreído por no haber dejado que descubra su nombre, es para matarlo, y para comérselo también... joder que guapo es. Vale, creo que son las hormonas de la píldora.
-Yo te conocía como el machomean. -Le dice mi hermano. Mierda.
El machomean suelta una carcajada y se gira despacio hacia mi buscando una explicación, miro a mi hermano con ganas de asesinarlo también.
-¿Nos sentamos? -Dice cuando se da cuenta.
-¿Entonces, no dejas que mi hermana sepa tu nombre? -Le pregunta mi hermano al machonean sonriendo, ¿dónde ve la gracia?
-No, es tan gracioso hacerla enfadar. -Me mira tiernamente, pero yo quiero asesinarlos, a los dos, se acaban de conocer y ya están compinchándose contra mí.
-No le veo la gracia. -Digo seria, pero ver a mi hermano tan cerca de mí riendo y a su lado al hombre que me está haciendo feliz, me hace sonreír tanto que acabamos los tres riendo.

Llegamos los tres al piso un poco achispados por culpa de las cervezas, riéndonos por no me acuerdo ya que tonteria. Nos lo hemos pasado genial y hemos cenado a base de bravas, pinchos de tortilla y calamares a la romana, todo acompañado de unas cinco cervezas cada uno, mi hermano alguna más y un paquete de tabaco entre los dos, ha sido una de las mejores tardes de mi vida pero estoy muerta de sueño.
-Yo creo que es hora de dormir. -Propongo después de un largo bostezo.
-Si, descansad. -Nos dice mi hermano guiñandonos un ojo. -Te quiero enana. -Se acerca a mi y me da un beso en la frente mientras me atrapa con un brazo contra su pecho.
-Y yo. -Sinceramente no sé cuánto tiempo hacía que mi hermano me decía te quiero, se notan las cervezas que lleva encima.
-Buenas noches. -Decimos los tres casi al mismo tiempo mientras cada unos entramos en nuestra habitación.

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⏰ Última actualización: Aug 03 ⏰

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