Capítulo 34

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"Rosa que linda eres" -lmdlm.

Egipto....

Ciudad de arena y mercados. La tierra mágica de los faraones. Y dunas magníficas que rodean sin limitaciones. Camellos. Egipcios. Tumbas. Jarrones de barro y variedades artesanales que jamás se han visto.

Incluso los malditos

-Agente en posición -relato bajo mientras camino por los pasillos estrechos del mercado.

La población aquí es una locura, sobre todo en esta área. Mayormente los hombres son quienes negocian los animales, las joyas, manejan los tratos y negocios. Cohibiendo la sus esposas para dejarlas en casa, a cargo de los niños y el hogar.

Algunos me observan con desconfianza, cuestionando, ¿Quién ha dejado ir a su esposa a un mercado repleto de hombres?. El velo cubre mi cabeza y la mitad de mi rostro, el vestido holgado color vino largo, con mangas en campana. Ocultando la daga. El maquillaje egipcio con tonos dorados y marrón. Cálido, sutil.

Uno de los socios de los asesinos del señor Argent estará aquí en Egipto. Desconocemos las razones. Aunque, solo quiero matarlo. Las chicas fueron interrogadas por Lorenzo y Matthew. Debido a que, tuve que viajar a España. Mis hermanas querían salir y mamá estaba por perder la cabeza.

Confesaron que no conocían para quienes eran empleadas. La mayoría de veces, los de seguridad eran quiénes entraban y salían con las mercancías y dinero. Tampoco los apellidos. Ellas eran trasladadas de la propiedad a una más pequeña, pero les cubrían los ojos para evitar que memorizaran las rutas.

Hablaron por horas, lo que conocían. Que no fue mucho, pero lograron darnos a tres de los responsables que estuvieron en el atentado. Y que habría una reunión con los socios y rusos aquí.

-Agente, el objetivo avanza por el norte, en su dirección a la izquierda -relata uno de los chicos.

Un egipcio de piel morena, con barba negra y ojos marrones me detiene. Elevo mi vista hacia él. Ladea su cabeza mientras me recorre.

-¿Estás perdida? -comenta en su idioma, limitándome a enarcar una ceja.

Yo no hablo árabe. Y esa acción, lo enojó. Quizás creyó que lo estaba desafiando. Siendo honesta, si no se quita, le voy a patear las bolas.

-Cien metros del objetivo -dicen por la línea.

Hago un movimiento a la izquierda del sujeto pero me evita de nuevo. Muerdo mi labio enojada, suspiro agotandome.

-Te estoy hablando -toma mi brazo con mucha fuerza y me atrae hacia el.

Con la mano, golpeo su cuello con rapidez. El sujeto comienza a toser y lo atraigo hacia mí. En un intento de beso, posando la daga en su cuello. Abre los ojos asustado mientras recupera el aire. A nuestro alrededor nos observan y le hago un ademán con la mirada que entiende.

-Diez metros.

Subo mi dedo donde se encuentran mis labios , haciendo señas de que no hable. Alejándome a mí interés. Acomodo mejor la daga y justo lo tengo en frente. Freno delante de él. Es alguien joven. Ojos oscuros y cabello negro. Frunce el ceño al verme, ladeo mi cabeza y no retira su mirada. Mi mano libre roza su brazo. Achico mis ojos, disimulando que sonrío. El chico me devuelve el gesto, sonriendo abiertamente.

-¿Te han dicho que eres guapa? -comenta con morbo.

Arrugo mis cejas, demostrando que no entiendo. O le hago creer. Porque lame su labio, su mano sujeta mi cintura y me acerca a él.

-¿De qué pirámide te has escapado? -susurra, apretándome.

Quedándome quieta, dejo que su nariz juegue en mi cuello. Reprimo el asco y las ganas de romperle la nariz. Asciende hasta mi oido, sacando un mechón de cabello del velo. El largo de mi mechón lo asombra. Miro el cabello y luego en su dirección.

2:Argent [El origen de la muñeca]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora