Capítulo 6

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¿Saben qué? ¡Qué le den!

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¿Saben qué? ¡Qué le den!

Lo jalo del brazo haciendo que se volteara confundido.

Y no tuvo tiempo de replicar cuando yo ya estaba devorando sus labios en un ardiente beso.

Lo deseaba, lo deseaba demasiado.

Había resistido tres años enteros sin sentirlo cerca de mí, y probar sus labios carnosos ahora eran como tocar el cielo mismo.

-- Me aguanté no tocarte por tres años -- me separé lo suficiente para que pudiera ver mis ojos con claridad -- ahora no esperes que sea delicada contigo --

Volví a acercarme a su cuerpo, acariciando cada parte de él. Pasé por sus hombros, su ancho pecho, para al final terminar en el final de su camisa, y la levanté con desespero queriendo sentirlo más cerca.

Me dí tiempo para observar un momento su abdomen echo por su trabajo de corredor. ¡Santa virgen!, sí que había dado frutos correr todos los días por tres años.

Volví a besarlo, está vez acariciando su torso desnudo y bajando poco a poco al cinturón de su pantalón, desabrochandolo con algo de dificultad pero al final ganando la batalla contra ese molesto broche.

-- Oye... -- trató de susurrar cuando mis labios se fueron a su cuello saboreando su aroma y piel.

-- No trates de fingir que quieres que pare -- muerdo su cuello haciendo que suelte un quejido bajo -- porque tu cuerpo está pidiendo a gritos que lo domine como siempre lo he echo --

Me deshago de mi propia playera sintiendo su mirada sobre mi cuerpo, quitando mi sostén y soltando mis pechos.

Sus ojos se agrandan y poco a poco comienza a llevar sus manos hacia mi cintura.

Sintiendo sus caricias, cierro los ojos disfrutando su tacto, tan delicado y lento, temiendo lastimarme con sus grandes manos.

Así que me avergüenzo un poco de mi forma de ser no solo de ahora, si no de hace años.

Él siempre era delicado, y yo hacía que terminara rogándome que le diera más.

Pero poco me importó cuando sentí sus manos subir hacia mis pechos. Volví a besarlo está vez empujando su cuerpo a la cama, quitando su pantalón y con ello sus zapatos.

Y no sintió cuando me quite la prenda que llevaba abajo pues estaba tan absorto en mis caricias hacia su cuerpo.

Soltó un gemido cuando me elevé y provoqué que él entrara en mí lentamente.

Esperé un tiempo, segundos largos en el que me deleite sentirlo dentro mío, como no lo habia echo desde hace años.

Claro que habíamos crecido, y ahora era placer mismo el que sentía tenerlo dentro, pues hace años lo hicimos porque queríamos pertenecernos por completo.

Justo así era, y lo sería siempre.

Moví mis caderas marcando el ritmo de sus embestidas, sintiendo mis piernas temblar por el placer.

Minho soltó otro gemido de placer apretando sus manos en mi espalda.

-- Más... -- levanté las cejas por sus palabras, que eran apenas un susurro -- ve más rápido -- dijo está vez más alto.

Una sonrisa traviesa se mostró por mi rostro.

-- ¿Quieres más? -- lo ví asentir rápidamente -- ¿El corredor más fuerte quiere que vaya a su ritmo? Sabes soy algo lenta --

-- Hazlo -- apretó sus manos alrededor de mi cuerpo escondiendo su cara entre mi cuello -- por favor, dame más -- mi sonrisa se enganchó, ahí estaba, ese Minho de hace años.

Comencé a cambiar el ritmo, está vez llendo más rápido y profundo.

¡Dios!

Lo escuché tratando de contener sus quejidos.

-- No te contengas -- me retiré de él, quitando su cara de mi cuello, tomé sus manos y lo regresé a la cama -- quiero escucharte gritar mi nombre -- puse sus manos sobre su cabeza atrapadas por las mías, besando sus labios de forma dulce y lenta.

Volví a moverme más rápido aún, viendo su rostro sonrojado y las ganas de moverse para hacer algo. Pero su rostro caliente, sus ojos rasgados aún más cerrados que de costumbre me decían lo mucho que estaba disfrutando.

Con una sola mano sostuve las suyas para recorrer su cuerpo acariciando cada parte de él con la otra mano libre.

Quería escucharlo.

Fue un momento en el que por un preciso momento, pequeño y efímero.

Lo escuché.

Una sonrisa se formó en mi boca y aceleré el ritmo.

Me deleitaba ver sus ojos cerrados, sus mejillas rojas y su cuerpo teniendo espasmos de placer.

Y escuchar mi nombre salir repetidamente y lleno de placer de sus labios carnosos, era lo único que necesitaba para llegar a mi límite. Y eso lo llevó a él al suyo.

Esa noche lo hice mío de nuevo

Y él se volvió a entregar a mi como la primera vez.

Quien iba a decir que Minho era un pobre dominado.

Quien iba a decir que Minho era un pobre dominado

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ENTRE CRANCKS Y AMORES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora