Capítulo 18

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Los constantes sonidos del ambiente me tranquilizaban

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Los constantes sonidos del ambiente me tranquilizaban. Las gaviotas volando, las olas chocando en las rocas de la orilla, la calma perminente que albergaban después del choque de las aguas, la fogata, las risas.

Respiré hondo y con tranquilidad por todo eso.

Todo parecía tranquilo desde que volvimos.

Ahora los niños que rescatamos ya se sentían confiados y felices de estar en este lugar, y eso me agradaba, poder darles una nueva vida, libre y sin ataduras.

Ahora las constantes risas resonaban por toda la costa, la playa, la fogata.

Una roca descansaba en medio de todo, estaban los nombres de los chicos que no pudieron acompañarnos en esta, la victoria.

Jeff, Alby, Clint, Rachel, Winston, Chuck, Theo, Elly... La mayoría no los conocía, pero sé que ellos merecían ver este lugar tan hermoso en el que ahora vivimos.

No podía parar de pensar eso.

Descansaba por las noches, pero no dormía, por mas que sentia los latidos tranquilos de Minho conmigo no podía conciliar el sueño.

Pero hoy era diferente.

Esa noche dormí como nunca, no sabía la razón pero no pude despertar hasta después de mucho tiempo. Ni Kyong ni Minho estaban en la nueva carpa que era nuestra.

La brisa mañanera golpeó fuerte en mi cara, mis ojos aún no se acostumbraban a la luz intensa de las mañanas en el mar.

Kyong llegó corriendo batallando un poco pues sus pies se enterraban en la arena.

Mi sonrisa pasó a confusión cuando lo ví con esa gran felicidad en el rostro.

-- ¡Mamá! -- se arrojó a mis brazos soltando grandes carcajadas

No sabía que pasaba por esa cabecilla loca, pero debía ser algo bueno.

Sus palabras salieron solas, como un suspiro cargado de alivio y alegría.

Mis ojos se empañaron por eso, sí, eran buenas noticias...

Newt había despertado.

-- ¿Cómo estás, rubio? --

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-- ¿Cómo estás, rubio? --

-- Ya lo dijiste... Rubio -- solté una carcajada por esa conversación que teníamos, era idéntica a la que tuvimos antes de entrar al edificio de C.R.U.E.L.

-- Déjate de juegos, Newt -- interrumpió Thomas realmente preocupado -- ¿Cómo estás? --

El rubio se calló unos segundos pensando o analizando lo que diría.

-- Bien guapo -- soltó para alzar su mano y chocar su palma con la mía. Buena esa.

-- ¡Newt! --

-- Con eso creo que te respondió todo, Thomas -- le dije apretando su hombro.

-- Eso no quita que me preocupé por él... Cree que se va a librar tan fácil de nosotros solo por morirse -- Thomas refunfuñaba a lo bajo.

Los que estaban en la carpa se carcajearon por eso, incluyendome.

¿De dónde sacaba Thomas tanta babosada?

-- Bueno... -- respiré calmando mi respiración acelerada por la risa de hace segundos -- va para todos entonces --

-- Lo que no sabes es que ya nunca te vas a poder librar de mí -- me advierte Minho acercándose peligrosamente a mis labios.

-- No pensaba hacerlo -- le respondí sonriendo un poco y alejándome rápido sintiendo su beso en mi  mejilla -- aquí no, hay niños presentes --

Escuché las quejas de Thomas, Newt y Sarten por mis palabras tanto por nuestras acciones.

Que infantiles.

De repente, Newt se detuvo de seguir bromeando y riéndose por todo lo que decimos.

Agachó la mirada sin sonrisas no bromas.

¿Qué pasaba?

-- Me alegra estar con ustedes, chicos  -- confesó Newt para alzar su vista y mostrarnos sus lágrimas.

Eso era, que rubio tan sentimental.

Acaricié su cabello despeinado varios de sus mechones.

Nos unimos en un abrazo, bueno, más bien Sarten nos junto a todos quedando Newt en el centro.

Me tomé el tiempo de observarlo bien.

El virus ya no estaba en su cuerpo.

Su cabello rubio volvía a ser el mismo brillante y sedoso de siempre, sus ojos recuperaron ese brillo especial y su piel perlada estaba limpia, sin imperfecciones.

Sano. Curado. Vivo.

 Vivo

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ENTRE CRANCKS Y AMORES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora