Capítulo 17

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Minho

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Minho


Habían pasado una infinidad de horas, la mayoría dormía y yo solo podía pensar en todo lo que había pasado.

Un leve ronquido hizo que girara mi cabeza a mi hombro, ella estaba ahí, durmiendo tranquilamente.

Su respiración era suave y un pequeño hilo de baba salía de sus labios.

Sonreí ante esa vista... Era perfecta.

-- ¡Estamos en casa! -- el grito de Vince despertó a muchos, que se levantaron asustados.

La curiosidad me atrapó y mis ojos no pudieron más que deleitarme con la vista que había abajo.

El Berg aterrizó a salvo y Vince se levantó entusiasmado.

Ayudé a algunos niños a desabrochar sus cinturones de seguridad mientras los demás los guiaban afuera.

Muchas personas los recibieron, no solo a ellos si no a Vince, Jorge, Brenda, todos los que habían participado en la misión.

-- ¡Somos libres! -- los vitoreos no se hicieron esperar por la exclamación de Vince.

Todo saltaban alegres y otros incluso lloraban.

-- ¡Mamá! -- Kyong corrió por entre la arena y estiró sus brazos para atraparla. Dejó varios besos en su frente, acariciando sus mejillas también.

Sus ojos parecieron captarme, porque se separó de ella y dudando se acercó un poco hacia donde estaba.

-- tú... ¿Eres mi papá? -- me preguntó.

Mi corazón se aceleró. Él estaba frente a mí, viéndome fijo.

Sus manitas jugaban nerviosas entre ellas y podía ver cómo respiraba más entrecortado.

-- Yo... Lo soy -- sus ojos se empañaron y los dedos de sus manos se apretaron en puños.

Sentí su cuerpo arrojándose al mío, hizo que me cayera de sentón al suelo, pero poco me importó cuando sus brazos se aferraron a mi cuello y sentí las lágrimas mojar mi camisa.

Mis ojos ardieron y la nariz me picó, le regresé el abrazo apretando su cuerpo al mío.

-- Te extrañé mucho, papá -- un nudo en la garganta se formó cuando escuché sus palabras.

Y dejé que mis lágrimas mojaran toda su espalda. Levanté la mirada viendola desde abajo, a ella también la habían invadido las lágrimas.

Estiré mi brazo para invitarla al abrazo, y se acercó lento para arrodillarse a nuestro lado.

Kyong se quedó en medio de los dos, sus sollozos ya se habían callado y ahora solo podía respirar tranquilo.

-- No dudes en que lo harás exelente -- me dijo en el oído, la miré a los ojos y la atraje en un beso que fue correspondido de inmediato.

-- ¡Papá! -- Kyong se separó rápidamente de mi cuerpo -- ¡Mamá estaba con otro hombre! -- acusó señalandola.

-- ¡Kyong! -- lo regañó jalando su oreja.

-- ¿No te enoja eso? -- preguntó extrañado cuando solté una risa fuerte.

-- No cuando era yo el que estaba con ella -- le dije, sus ojos se abrieron de par en par y las cejas de su rostro se fruncieron.

-- ¿Eras tú? -- asentí divertido al ver su confusión -- bueno, pero como quiera me hiciste quedar mal, se supone que yo la iba a cuidar --

-- Desde que llegué también debía cuidarla yo -- se carcajeó por mis palabras y se volvió a lanzar a mi cuello.

Estaba feliz, era mi familia.

Muchos chicos nos preguntamos cuando estábamos en el laberinto, si alguno de nosotros tenía una familia que nos extrañase.

Yo son duda era de los pocos que no creía eso, ¿por qué si teníamos familia nos habían dejado aquí encerrados?, ese era mi pensamiento constante. Pero ahora cuando los veo aquí sé que no podían arriesgarse de tal forma.

Muchos deseaban una familia, un padre, una madre, hermanos. Y yo nunca lo ví necesario, pero ahora, justo ahora era todo lo que quería, y claro que lo tenía.

-- ¡Papá vamos a ver el mar! -- me jaló de las manos para correr conmigo siguiendo su paso.

Su risa era alocada y la gorra de su cabeza se cayó por el repentino aire.

No pareció notarlo, pero cuando giré mi vista hacia atrás ella la había recogido y caminaba tranquila hacia nosotros.

No podría pedir otra cosa más, porque ellos eran todo lo que tenía.

No podría pedir otra cosa más, porque ellos eran todo lo que tenía

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ENTRE CRANCKS Y AMORES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora