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La semana siguiente a ese evento para nada caótico fue bastante normal recibir un par de arreglos de flores. Schulz explicó que era de parte de directores de otras universidades y representantes que siempre llegaban a ver, nadie importante hasta el momento pero que era una manera de demostrar el gusto por el recital.

Era completamente normal y esos arreglos florales en su habitación se veían hermosos, incluso aprendió como hacer cuadros decorativos cuando se marchitaran pero... El problema es que no se detenían. Grisel recibía bastantes regalos porque claro, fue la principal y se podía notar que tenía un club de fans si se podría decir así. Pero, ¿él?

Nadie de su pequeño círculo social que consistía en Natasha, Agatha y Theo quienes luego de tratarlo mal se acercaron un poco, sabían de quién eran esos regalos. Debía admitir que si por hacer un papel tan simple como ese le conseguía admiradores, le iba a dar demasiada vergüenza. Tal vez no estaba del todo bien con su autoestima pero le costaba entender que le vieron para darle un regalo y no era simple.

Los días pasaron, las flores de Grisel cesaron pero los suyos no, eran constantes e incluso llegaron a tener un patrón. Lunes flores con una pequeña carta con algún poema corto, martes caja pequeña de caramelos, suponía que se preocupaba por su dieta ya que no eran realmente dulces pero eran bastante ricos, era culpable por esperar con ansias los martes. Miércoles no había nada curiosamente, internamente asumió que era un día donde no venía a la universidad pero investigar entre miles de estudiantes y una gran cantidad de facultades era sofocador. Jueves figuras de origami con un animal distinto y papel distinto, ya hasta tenía una colección de ellos porque nunca tiró a la basura ningún regalo, le generaban un calor tenue en el rostro y aceleraban su corazón, creía que después de todo tener un admirador anónimo no era tan malo quitando las advertencias paranoicas de Natasha. Finalmente el viernes, el día donde le gustaría ocultarse porque era el día de cartas románticas sacadas de la película más hermosa posible. Día donde se replanteaba si debía detener esto o seguir alimentando su ego y sonreír como bobo al ver lo que escribían por un solo baile.

Claro que fuera de su nube de halagos y felicidad los demás no estaban como que muy felices de esto. Natasha quién era muy perceptiva en todo lo que eran emociones ajenas y pensamientos, supo rápidamente que Grisel no estaba contenta con estos regalos semanales de Vincens y la estaba poniendo nerviosa.

—Vincens... ¿Podemos hablar? Esto no me gusta.

El omega estaba oliendo una carta ya que el papel traía perfume y estaba más que encantado con estos detalles.

—¿Cómo crees que sea la persona que me esté dando estos regalos? Tiene un gusto tan... Peculiar, ¿Tendrá pareja? Si mi pareja me diera estos regalos siempre no me quejaría. Es tan romántico.

—¡Concéntrate!.

Natasha tomó la carta, la dobló a como ya estaba doblada inicialmente y la guardó entre un libro de matemáticas de su amigo. No la iba a dañar pero la verdad es que ahora estaba siendo un factor distrayente para Vincens cuando lo ocupaba alerta. Claro que el chico lo entendió e hizo un puchero cruzándose de brazos para ponerle atención con una mirada que decía que hablara.

—Mira, esto no me gusta, Grisel anda muy alterada cada que recibes un regalo, está dejando de ser el centro de atención y sabemos que es una niña mimada que si el mundo no gira alrededor de ella, va a hacer que todo explote.

—¿Y eso a mi qué? Es mi admirador, ella tuvo el papel principal en el lago de los cisnes, que sus admiradores hayan parado y el mio no, no es mi problema. Eso es inmaduro y no tenemos quince años como para comportarnos así.

—¡Eso lo sé! ¡Ojalá lo entendiera tan fácil cómo tú! Pero las personas caprichosas no aprenden nunca.

—Ya nena, ¿pero qué quieres que haga? No puedo ir por toda la universidad con un altavoz diciéndole a mi admirador anónimo que se detenga porque no quiero que la niñita pelirroja me arranque la cabeza y lo use como bola de baloncesto. Es ridículo, tiene que aprender a las malas que no todo es de ella. Que toque algo de césped y reciba el trago amargo de la vida.

Il Sistema di AllégroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora