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Se había despertado temprano, su cuerpo ya había adquirido un reloj interno donde no necesitaba alarma para despertarse. De todas formas en caso que lo ignorara tendría a su hermanita tirándose encima y quitándole todo el aire en sus pulmones gracias a un codazo accidental.

—Naty… Te dije que no hicieras eso, pasó igual la semana pasada…

—Si pero ese día fue molestando, hoy porque mamá quiere que saques a lavar las sábanas.

El mayor gruñó y solo envolvió a su hermana en la cobija para que se callara y lo dejara seguir durmiendo, por alguna razón su almohada estaba más cómoda de lo normal, incluso estaba volviendo a quedarse dormido sin importar el forcegeo de la contraria entre sus brazos.

Eso hasta que su madre entró dando un portazo haciendo el mayor ruido posible como si fuese domingo.

—Gunther, arriba, ya no eres un niño, tienes que ir a la universidad y sacar a lavar tus sábanas.

—No quiero…

—¿Huh? No quieres sacar las sábanas… Gunther, ¿acaso te volviste a masturbar y te da pena que lo vea?

—¡Mamá! Cállate.

—¿Qué? Sabes que soy abierta con esos temas, ya estás grande como para avergonzarte, hasta yo ayudo a tu ma-

—¡Basta! No quiero escuchar de su vida sexual, me perturba, Naty también está escuchando.

La mujer confundida tomó la cobija y destapó a una traumada beta con cara de asco.

—¿Podrían dejar de hablar de penes? Me perturba, iré a bañarme.

—Perdóname corazón~

La mujer dio un beso en la frente de la chica antes de que se fuera y hacía bola la cobija que tenía en sus manos. Sin embargo, percibió algo extraño por lo que hundió su nariz en la cobija mientras pensaba.

—¿Ahora te quedas callada luego de acusarme de masturbarme? Mamá eso pasó cuando era adolescente, ya no tengo quince años.

—¿Por qué tanto alboroto? Venía a dejarles la ropa ya limpia y vi a Nat corriendo hacia el baño.

—Preciosa, ¿que detergente usas?

—Lavanda y olor a bebé, ¿por qué preguntas? ¿Hay algo mal? ¿Huele a húmedo?

La mujer más alta le dio la cobija a su pareja para que oliera. Enojada se acercó a Gunther y de un jalón hizo que se levantara por más que fuese más alto que ella. La mujer más baja seguía sin entender la situación mientras olía la tela entre sus manos notando el olor distinto pero no sentía que fuese razón para el enojo de su esposa.

—Huele a lirios pero… ¿No será que compré el detergente equivocado? Osea, no huele mal pero es mejor los otros.

— ¡Gunther Elías Müller!, ¿te acostaste con ese omega? Nos mentiste diciendo que era una tutoría.

—¿Qué? ¡No! Ni siquiera con mi ex me atreví a tener sexo en esta casa, ¿por qué lo haría con Vincens?

El varón frente a sus dos madres estaba demasiado confundido para todo lo que estaba pasando recién despierto, había notado el olor distinto en sus sábanas pero no se puso a pensar su origen, solo le agradó demasiado al punto que no quería alejarse, le relajaba mucho.

El silencio era abismal, su madre omega estaba preocupada de que volvieran a pelear por algo así, las parejas de su hijo siempre fue un tema polémico y no bien recibido por la alfa.

—¿Por qué te pones así cada que alguien entra a mi vida? Ya no soy un niño al que tienes que proteger mamá. Ma, dile algo por favor.

—Amor… Gunther tiene razón… No te enojes con él.

Il Sistema di AllégroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora