¿Solo sexo? [+16] | Periwinkle - Peri - Poof | Padrinos mágicos: un nuevo deseo

│ꗄ꙰ 🧃ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 3

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ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 3

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En el gran ovillo de lana, muchas veces todos los hilos no se tocan entre si, si no es hasta que interfiere la mano humano, logrando conectarlos tarde o temprano.

El proceso de hacer una bufanda llegaba a ser tranquilizadora, un pasatiempo que se vuelve una costumbre, una costumbre que se vuelve en completa paz. Podías tejer mientras veías una series o película, o mientras se esperaba una larga fila. A fin de cuentas los lugares en donde lo podías realizar eran infinitas, pero nada sería como en ese lugar que siempre pasaste paz y calma. De esa inquietud extraña de que todo estaba muy bien para ser una realidad absoluta.

La habitación de Jade era desordenada, había ropa tirada por ahí y por haya, basura en el piso de Dios sabrá cuando es. Los platos se acumulaban en una torre y así seguirían hasta que su madre la regañe por llevárselos todos. Su cama no fue tendida desde hace un tiempo considerable, había mucho polvo en las ventanas y la mesa enfrente de ella.
Peri no es que sea alguien que le obsesionara la limpieza, pero hasta él sabía que todo esto era un desorden total, un basurero con tan solo el nombre de "habitación". Y si no fuera por él iba a seguir así.

A pesar de que Jade le dijera que estaba bien su recámara como estaba, su padrino mágico insistió. Ambos –más Peri que Jade– llegaron a limpiar un poco, entre tanta ropa un ovillo de lana se asomó. La joven lo miro con algo de nostalgia, pero a su vez con un brillo significativo en sus ojos.

Dejo toda limpieza para después, tomo la lana de color marrón claro y fue directo a sentarse en su silla. El ser mágico la miro confundido, de acercó flotando en el aire, quedando en total silencio mientras su ahijada buscaba entre sus cajones algo.

—¿Que es lo que buscas? —Se atrevió a preguntar, levantando su varita para que la escoba y los trapos limpiarán por si solos y poder conversar con Jade.

—Mis palitos de tejer. —Logro sacar uno del cajón, ahora solo faltaba otro. —Fue un regalo de mi mami... Mamá y papá por mi cumpleaños número ocho.

—¿Sabes tejer?

—Si, pero hace tiempos que no lo hago... Debí haber perdido algo de práctica.

Finalmente saco el otro palito, sonrió y empezó a hacer un nudo con el hilo lanoso en los palos. Peri se puso al frente de la cara de la adolescente con una cara preocupada.

—Eh, dijiste que terminaríamos de limpiar tu habitación. —Un suspiro por parte de la contraria resonó.

—Eso... ¡Lo terminaremos mañana! No te preocupes, si quieres ya puedes ir a dormir... Si es que las hadas lo hacen.