¿Solo sexo? [+16] | Periwinkle - Peri - Poof | Padrinos mágicos: un nuevo deseo

│ꗄ꙰ 🧃ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 4

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ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 4

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—Ñom, ñom, ñom. —Hazel comía con entusiasmo el gran trozo de tarta que le sirvieron de desayuno. No era algo saludable pero no pasaría hambre en la mañana.

Jade, la nueva niñera, se encontraba frente a ella, con una taza de café dulce en la mano. La mirada de Jade se posaba en la niña con una mezcla de curiosidad y amabilidad, mientras el aroma del café se extendía por el aire, creando una atmósfera cálida y acogedora.
Hazel, como si sintiera la intensidad de esa mirada, dejó de lado su trozo de tarta de chocolate, sus ojos se encontraron con los de Jade. Una sonrisa, característica de su tierna personalidad, se dibujó en sus labios, y con un gesto sutil, comenzó a hablarle.

—Dime, ¿cuánto tiempo llevas con Peri como padrino? —La curiosidad brillaba en los ojos de la joven, buscando una respuesta. Sabía que antes Dev había sido el ahijado de Peri, pero el último mencionado había renunciado a su papel.

—Bueno, apenas tres días. No es mucho tiempo, ¿verdad? —Tomó un sorbo de su café, dejando que el sabor dulce se extendiera por su paladar. Su mirada se dirigió hacia la sala donde los tres padrinos mágicos disfrutaban de algunas botanas, una sonrisa se dibujó en su rostro al observar la familiaridad que emanaba de ese ambiente.

—No sabía que un "no niño" pudiera tener un padrino mágico. —La cuchara de la pequeña se sumergió en el pastel, llevándose un trozo a la boca para degustarlo.

—¿En serio? No lo sabía. —La joven parpadeó varias veces, confundida. ¿Acaso los adolescentes no deberían tener un padrino mágico?

—Bueno, al menos eso creo. No estoy del todo segura.—La duda se reflejaba en sus palabras, buscando una explicación a esta peculiar situación.

—¿Y qué te hace pensar que no deberían? —La joven se inclinó hacia delante, con un brillo de interés en sus ojos. —¿Acaso hay alguna regla que lo prohíba?

—No lo sé, solo... supongo que nunca lo había visto antes. —Hazel se encogió de hombros, admitiendo su ignorancia en el tema. —Pero ahora que lo pienso, ¿por qué no?"

Hazel, con la energía propia de su edad, se convirtió en la conductora de la conversación después de ese tema. Inundaba a Jade con una cascada de temas que salían de su imaginación. La mayor, al principio un poco sorprendida por los variados temas, se fue contagiando de la alegría y entusiasmo de la niña. Cada comentario, cada pregunta, cada observación de Hazel, le arrancaba una sonrisa a Jade, llenando su corazón de una calidez reconfortante. La emoción de la pequeña se transmitía como un fuego contagioso, y Jade, sin darse cuenta, se encontraba respondiendo con entusiasmo a cada uno de los temas que Hazel le presentaba. La conversación se convirtió en un juego de ida y vuelta, un intercambio de ideas y emociones que llenaba el ambiente de una energía vibrante y positiva.