Wild Love | Jude Bellingham

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˚₊‧꒰ა La cena (I) ໒꒱‧₊˚

‧₊˚ ⚽ Jude˚ 🥇 ⊹♡

Estaba en el asiento trasero del auto, mirando absorto por la ventana. El paisaje nocturno de Madrid desfilaba ante mis ojos, pero no veía nada realmente. Mi atención estaba enfocada en evitar a Gabriela, quien estaba sentada al frente. No quería mirarla. No porque me irritara, sino porque tenía una idea preconcebida de cómo se vería esa noche: esperaba algo extravagante, con colores llamativos y un estilo demasiado atrevido para mi gusto. Gabriela siempre optaba por ese tipo de atuendos, reflejando su personalidad.

Pero esta vez, ella había decidido sorprenderme, y no estaba seguro de cómo procesarlo. Mi curiosidad me venció y, con un rápido vistazo a través del reflejo del cristal, pude ver el destello de su vestido celeste. Algo en mi interior se removió, una sensación que no reconocía pero que me resultaba incómodamente familiar.

El vestido que llevaba, con zonas sutilmente transparentes, era perfecto. A ella le quedaba perfecto. La tela flotaba alrededor de su figura con gracia, insinuando sin revelar, y su cabello trenzado caía con elegancia por su espalda.

La brasileña era diferente a todas las mujeres que había estado interesado alguna vez. Solía gravitar hacia mujeres de características similares. Pero Gabriela, estaba desafiando todas mis expectativas. Era la excepción a todo, y eso me inquietaba.

Giré la cabeza hacia mi izquierda, buscando un escape. Emmett, estaba allí, absorto en su teléfono, sin percatarse del conflicto interno que me atormentaba. Suspiré, frustrado, y el sonido fue más fuerte de lo que esperaba.

Gabriela, que había estado mirando por la ventana, se volvió hacia mí al instante, al igual que Oliver, que estaba sentado al lado de ella.

—¿Qué pasa, Bellingham? ¿Algo te molesta? —preguntó con su habitual sarcasmo. No era una pregunta real, más bien un reclamo disfrazado.

No pude evitar la irritación que creció dentro de mí.

—¿Acaso a ti no? —repliqué, mis palabras cargadas de una frialdad deliberada—. Esta farsa no es exactamente mi idea de diversión.

—Oh, claro, porque para mí esto es un sueño hecho realidad —respondió, con una sonrisa sarcástica que no alcanzó sus ojos—. Estar atrapada en un auto con alguien que me mira como si fuera un castigo divino es exactamente lo que soñé.

Oliver se removió en su asiento, claramente harto. Pero Gabriela y yo estábamos demasiado enfrascados en nuestro intercambio para notar su incomodidad.

—¿Sabes qué es lo peor? —me incliné hacia adelante, mi voz baja pero intensa—. Que, por un segundo, pensé que... Bah, olvídalo. —Me recliné de nuevo, cruzando los brazos sobre mi pecho, como si quisiera cerrarme al mundo.