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˚₊‧꒰ა oficializando la mentira   ໒꒱ ‧₊˚


















‧₊˚ ⚽ Jude˚ 🥇 ⊹♡





Me desperté no por el sonido de mi móvil ni por algún ruido molesto en la habitación, sino por un suave canto que, a pesar de lo inesperado, me hizo abrir los ojos. Parpadeé varias veces, tratando de ubicarme, y entonces la vi: Gabriela, sentada en uno de los sofás, vestida con la bata blanca del hotel.

Observé cómo cantaba en voz baja, concentrada en su móvil. Sus cabello, caía libremente sobre sus hombros, y su rostro, despojado de maquillaje, se veía sorprendentemente fresco y natural.

Intentando no llamar su atención, extendí la mano hacia mi móvil en la mesita de noche. Al desbloquearlo, vi la hora: 9:58 am. Maldije en voz baja y me incorporé rápidamente en la cama, consciente de que debía estar en Valdebebas a la 1:00 pm y aún tenía que pasar por casa.

El movimiento pareció captar la atención de la brasileña, quien dejó de cantar y se giró para mirarme. Esperé que en su rostro se reflejara alguna emoción: incomodidad, molestia, tal vez un reclamo por lo que había ocurrido entre nosotros. Pero, para mi sorpresa, estaba tranquila, como si nada hubiera pasado, como si no hubiéramos pasado la noche juntos, como si no hubiera sentido mi piel bajo la suya hace apenas unas horas.

—Ya era hora de que despertaras —dijo con una calma que me descolocó.

Rodé los ojos, no queriendo mostrar cuánto me irritaba esa serenidad.

—Bueno, sirvió escuchar tu voz desafinada para despertarme —respondí, el sarcasmo fluyendo naturalmente.

Gabriela no se quedó atrás, soltando una carcajada seca.

—No recuerdo haber puesto un video tuyo cantando —replicó, con una ceja alzada.

Habíamos tenido sexo, y había sido espectacular, casi toda la noche. Sin embargo, parecía que nuestros encuentros no cambiaban nada en la dinámica hostil que manteníamos. Me levanté de la cama, buscando mi ropa, consciente de que solo llevaba puestos los boxers. Mientras rebuscaba en el desorden de prendas, noté la mirada de Gabriela sobre mí.

—¿Disfrutando del espectáculo? —solté, con una sonrisa ladeada

No parpadeó ni por un segundo, devolviéndome la mirada con la misma intensidad.

—Es una lástima que tu actitud no esté a la altura de tu apariencia —respondió con sarcasmo, sus labios curvándose en una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

Wild Love | Jude BellinghamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora