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˚₊‧꒰ა kilómetros  ໒꒱ ‧₊˚













📍Londres | febrero 21









‧₊˚♪ 𝄞 Gabriela ࿐₊˚




El sol apenas comenzaba a colarse por las cortinas cuando escuché el ruido inconfundible de la puerta abriéndose. Con el rostro enterrado en las almohadas, reconocí la voz de Oliver al instante y que estaba a punto de comenzar con su típico monólogo matutino. No era la primera vez que él entraba sin tocar, acostumbrado a la confianza que existía entre nosotros.

Pero hoy, no podía soportar que me viera.

Había pasado la noche llorando, algo que odiaba hacer, pero tenía demasiado acumulado. Sentía los ojos hinchados, la cara húmeda y tirante, así que, en lugar de darle la cara, me cubrí aún más bajo las almohadas.

—Gabs, sé que estás despierta —Oliver se acercó —. Tenemos mucho que hacer hoy, así que es mejor que te levantes. El coche nos recoge en una hora. Penélope ya está lista para peinarte y Ariel se encargará del maquillaje. Tienes una sesión de fotos esta mañana y después la entrevista...

Apenas emití un sonido en respuesta, un murmullo ahogado desde debajo de las almohadas. No quería hablar, no quería enfrentar nada de lo que me decía.

—Tienes que estar lista para las nueve. No podemos seguir perdiendo tiempo —continuó, su tono volviéndose más firme, pero luego agregó, de manera aparentemente casual—. Ah, y me acabo de enterar que Jude ya se fue. Hubo una emergencia familiar, algo con su madre en Sunderland, así que tomó un vuelo temprano esta mañana.

Supe inmediatamente que era mentira. No se había ido por una emergencia, se había ido porque yo misma se lo había gritado.

No respondí. No podía.

Porque si hablaba, las lágrimas volverían. Porque si intentaba decir algo, mi voz temblaría, y no quería tener que explicarle a Oliver.

No fue hasta que sentí que se acercaba y me quitaba una de las almohadas que regresé al presente. Su rostro se tornó serio al verme en ese estado.

—Gabs... —la preocupación en su voz era palpable—. ¿Qué te ha pasado? ¿Has llorado?

Tragué saliva, esforzándome por componer mi expresión.

—Nada —respondí, mi voz baja y áspera por el llanto—. Estoy... cansada, eso es todo.

—No me mientas. —me miraba con atención, cruzando—. Esto es por Jude, ¿verdad?

Wild Love | Jude BellinghamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora