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Tres meses habían pasado desde que Dalia Wood había terminado su última quimioterapia, y la vida había comenzado a recobrar un ritmo familiar. A pesar de los desafíos que había enfrentado, ahora se sentía como si hubiera renacido. La energía y el entusiasmo que había perdido durante su enfermedad regresaban lentamente, y ella estaba decidida a aprovechar cada momento.

Aquel día soleado, Dalia se despertó con una sonrisa. Después de dejar a Damian en la escuela, se dirigió a su oficina en casa. Aunque aún trabajaba desde casa, disfrutaba de la flexibilidad que esto le ofrecía. Con un tazón de café caliente en la mano y una lista de tareas en la mesa, se sentía lista para enfrentar el día.

Mientras revisaba correos electrónicos y planificaba sus proyectos, recordó lo que había pasado en los últimos meses. La enfermedad la había cambiado, pero también la había hecho más fuerte. Ahora, en lugar de sentirse abrumada, estaba decidida a seguir adelante y vivir su vida al máximo. La risa de Damian y la presencia constante de Audrey la mantenían motivada, y a pesar de la distancia que las separaba temporalmente, sentía el apoyo de su mejor amiga.

Ese mismo día, recibió un mensaje de texto de Audrey: "¡Hola, chica! Estoy en Filadelfia y he encontrado un lugar increíble para cenar esta noche. Te extraño. ¿Cómo va todo por allá?"

Dalia sonrió al leerlo. Era reconfortante saber que, a pesar de la distancia, Audrey siempre estaba ahí para ella. "Todo bien aquí. Estoy trabajando en algunos proyectos y Damian está en la escuela. ¡Te extraño también! No puedo esperar a escuchar todo sobre tu viaje".

Con su mente centrada y su corazón lleno de esperanza, Dalia se dedicó a trabajar. Cada vez que completaba una tarea, una sensación de logro la envolvía, y se dio cuenta de que estaba construyendo una nueva vida, una que se sentía auténtica y plena.

A medida que avanzaba el día, no pudo evitar sentir que todo estaba tomando forma. Había pasado por momentos oscuros, pero ahora, el futuro parecía brillante. La idea de salir a hacer algo divertido con Damian más tarde la emocionaba. Tal vez ir a un parque o hacer una tarde de manualidades en casa. La simple idea de disfrutar de esos momentos con su hijo la llenaba de felicidad.

Esa tarde, después de recoger a Damian de la escuela, se sentaron juntos a merendar. Él le habló emocionado sobre su día, sus amigos y su nuevo interés por el fútbol. Dalia lo escuchaba con atención, sonriendo y riendo en los momentos adecuados.

—¿Sabes, mamá? —dijo Damian mientras tomaba un bocado de su bocadillo—. Quiero ser como Namjoon cuando crezca. Él es genial.

Dalia se sintió llena de orgullo. —Me parece una gran idea. Namjoon es un líder increíble, y tú también puedes serlo, cariño.

La conversación fluyó naturalmente, llena de risas y sueños. Dalia no podía evitar sentir que su vida finalmente estaba volviendo a la normalidad, y que, aunque había vivido experiencias difíciles, cada una de ellas había contribuido a la mujer fuerte que era hoy.

Cuando el día llegó a su fin, mientras le leía un cuento a Damian antes de dormir, Dalia se dio cuenta de que estaba lista para enfrentar lo que viniera. Su corazón se sentía ligero, y por primera vez en mucho tiempo, estaba emocionada por el futuro. Todo lo que había pasado la había llevado a este momento, y estaba lista para abrazar la vida con los brazos abiertos.

[.....]

Días después, la vida continuaba en un ritmo vibrante para Dalia y Damian. En una soleada tarde de fin de semana, Damian estaba emocionado por pasar tiempo con su tío Alex en el karting. El lugar estaba lleno de risas y el rugido de los motores, lo que siempre había emocionado a Damian.

Mientras se preparaban para subirse a los karts, la adrenalina y la diversión lo envolvían. Pero en medio de la emoción, una nube de preocupación comenzó a asomarse en la mente de Damian. Sabía que su madre había estado luchando contra el cáncer, y aunque ella parecía estar mejor, los miedos siempre acechaban en su corazón.

—Tío Alex —dijo Damian, mientras se ajustaba el casco—, ¿crees que el cáncer puede volver?

Alex miró a su sobrino, notando la seriedad en su expresión. Se detuvieron en un rincón apartado, lejos del ruido de los motores, para poder hablar con más calma.

—Damian, escúchame —comenzó Alex, agachándose para estar a la altura de su sobrino—. Tu mamá ha sido increíblemente fuerte. Ella ha superado tanto, y todos estamos aquí para apoyarla. Pero entiendo que sientas miedo. Es normal tener esos pensamientos.

Damian lo miró con ojos grandes, la inquietud reflejada en su rostro. —No puedo dejar de pensar en ello, tío. A veces, me asusta la idea de perderla.

Alex sintió un nudo en el estómago al escuchar esas palabras. Se acercó y lo abrazó con fuerza, dejando que el pequeño liberara la tensión que había estado acumulando.

—Oye, amigo —dijo Alex, acariciando la espalda de Damian—. Es normal tener miedo. La vida a veces nos lanza cosas difíciles, y no siempre tenemos respuestas. Pero recuerda que tu mamá está luchando, y tienes que ser fuerte también. No estás solo en esto. Siempre estaré aquí para ti y para tu mamá.

Damian respiró hondo, tratando de calmarse. La calidez del abrazo de su tío le dio algo de consuelo. Sin embargo, el miedo seguía asomándose, y le resultaba difícil ignorarlo.

—¿Y si algo le pasa? —preguntó, la voz temblorosa.

—No pienses en eso, Damian. Hay muchas personas que la apoyan y la cuidan, incluida tu mamá. Lo que importa es que aprovechemos el tiempo que tenemos juntos. Ahora, vamos a divertirnos en esos karts. ¡Quiero ver de qué estás hecho! —dijo Alex, intentando cambiar la energía de la conversación.

Con una sonrisa forzada, pero agradecido por la compañía y el apoyo, Damian asintió. Alex le sonrió de vuelta, y ambos se dirigieron a la pista de karting, dejando atrás las preocupaciones, aunque no del todo.

Mientras competían en la pista, la risa y el ruido de los motores envolvieron a Damian, aliviando un poco el peso que llevaba. En esos momentos, entre giros y vueltas, la conexión con su tío lo ayudó a recordar que no estaba solo.

El karting fue una manera de desahogar su ansiedad, y aunque los pensamientos sobre la salud de su madre seguían presentes, esa tarde, en la pista, Damian encontró un breve respiro de alegría y esperanza.

"SERENDIPITY OF LOST LOVE" || JAY HALSTEADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora