10

109 8 0
                                    

Las semanas pasaron volando y la vida en casa seguía su curso. Audrey estaba en Nueva York por trabajo, dejando a Dalia y a Damian disfrutar de un fin de semana tranquilo juntos. Esa noche, Damian había sido invitado a una pijamada en la casa de su amigo Lucas, y estaba emocionado por la idea de pasar la noche con sus amigos, jugando videojuegos y compartiendo historias.

Antes de que se fuera, Dalia lo abrazó con fuerza.

—Diviértete mucho, campeón. No te olvides de portarte bien —le dijo, con una sonrisa en el rostro.

—Lo prometo, mamá. Pero no te quedes despierta hasta tarde viendo dramas, ¿eh? —bromeó Damian, con una risita traviesa.

—¿Yo? Nunca haría eso —respondió Dalia, levantando una ceja de manera juguetona.

Damian salió de la casa con su mochila y un brillo de emoción en los ojos, listo para disfrutar de la noche con sus amigos.

Una vez que la puerta se cerró, Dalia se sintió un poco sola, pero sabía que era un momento perfecto para consentirse. Se preparó un delicioso plato de bibimbap, lleno de colores y sabores que tanto amaba. Con el aroma de la comida llenando la cocina, se acomodó en el sofá con una manta suave y encendió su drama coreano favorito, *Kim Bok-joo: El Hada de las Pesas*.

A medida que avanzaba el episodio, Dalia se dejó llevar por la historia inspiradora de Kim Bok-joo, una joven atleta que enfrentaba desafíos en su vida personal y profesional. El humor y la ternura de la serie la hicieron reír y llorar al mismo tiempo, mientras disfrutaba de su comida. Se sentía en paz, casi como si estuviera en un mundo diferente, donde sus propias preocupaciones se desvanecían por un tiempo.

Con cada bocado de su bibimbap y cada escena que pasaba en el drama, Dalia se consentía a sí misma. Era su manera de escapar y recordar que estaba bien cuidarse. La risa y el amor que sentía por los personajes de la serie la hacían olvidar, aunque sea por un momento, los temores que la acechaban.

Después de varios episodios y un tazón vacío de bibimbap, Dalia se sintió renovada y satisfecha. Con la sonrisa en el rostro, decidió que, aunque las cosas eran difíciles, había muchas pequeñas alegrías en su vida. Ahora, solo esperaba que Damian regresara de su pijamada con historias emocionantes y muchas risas.

Cuando finalmente terminó el último episodio, miró el reloj y se dio cuenta de que había pasado más tiempo del que había planeado. Pero eso no le importó; estaba feliz de haberse regalado ese tiempo para ella misma.

Con el corazón ligero, apagó la televisión y se preparó para irse a la cama. Sabía que las preocupaciones siempre estarían presentes, pero esa noche había aprendido que incluso en medio de la adversidad, encontrar momentos de felicidad era crucial. 

Dalia despertó al día siguiente sintiéndose sorprendentemente bien. El sol entraba por la ventana, iluminando la habitación con una luz cálida que le daba la energía que necesitaba. Se sentía renovada y lista para enfrentar el día, aunque sabía que el cansancio podría llegar en cualquier momento.

Esa tarde, Damian llegaría de su pijamada, y Dalia no podía esperar para verlo. La idea de compartir con él su comida favorita, la que había sobrado de la noche anterior, la hacía sonreír. Había preparado un buen plato de bibimbap, y sabía que a Damian le encantaría.

A medida que la tarde se acercaba, Dalia comenzó a organizar la casa y a preparar todo para la llegada de su hijo. Cuando finalmente escuchó la puerta abrirse, una oleada de felicidad la invadió.

—¡Mamá! —gritó Damian al entrar, con una sonrisa radiante en su rostro—. ¡Tuve una gran noche!

—¡Hola, campeón! —respondió Dalia, abrazándolo fuertemente—. Cuéntame todo sobre la pijamada.

"SERENDIPITY OF LOST LOVE" || JAY HALSTEADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora