Pacto con el Diablo

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El niño fue abriendo poco a poco sus ojitos, no recordaba lo que había pasado ya que apenas se estaba recuperando de la inconsciencia. Escucho pasos en la planta de abajo por lo que supuso sus padres y hermanos habían llegado de la iglesia.

En cuanto Bill se levantó y se sentó en la mullida cama, todo lo que había pasado le vino de golpe, ritual, pacto, presencia.

Sentía un fuerte malestar y eso le causó el mayor de los miedos, levantándose rápido de su cama se dirigió al cajón donde guardaba un rosario de color rojo vino que se lo había regalado su madre en su décimo cumpleaños y que dejó de usar cuando cumplió los 12 años, pero ahora con 17 años lo volvió a usar y del mismo cajón saco una botellita del tamaño del dedo meñique, está contenía agua bendita la cual no dudó ni por un segundo y comenzó a rosearlas por la paredes, para después beber un poco el y untar el rosario, el menor se lo puso y por arte de magia el malestar en su pansita se fue.

Todos los lunes sus padres junto con él y sus hermanos iban a la misa de las 6 de la mañana, la de las 2 de la tarde y la de las 6 de la noche, el menor solo asistía a las de las dos y seis de la noche ya que en la mañana no podía ir por qué sus padres no lo dejaban faltar al instituto.

El niño estaba deseoso de poder ir a la iglesia, así tal vez el miedo se desvanecía, el niño estaba tan aterrorizado que no quería salir de su cama ya que sentía que si salía de su cueva protegida lo iban a llevar al más allá y el no quería alejarse de su mami.

El niño no culpaba a sus amigos y tampoco a la maldita tabla, ya que estaban el año 1967 y pues era muy normal ver una Ouija en tu mochila y también era normal que te la regalaran como un obsequio o para tus cumpleaños.

Por eso el niño no le miraba lo malo a esta, lo que el niño no sabía era que...

El Diablo lo estaba acechando.

El niño había cometido un acto muy malo, había pecado grandemente, ya que le había vendido el alma al diablo.

El niño no sabía en lo que se había metido, pero estaba consiente y casi seguro de que lo que había hecho estaba mal muy mal.

Y eso iba a traer grandes consecuencias, Bill quiera llorar, necesitaba los brazos consoladores de su madre, y que esta le dijera que todo iba a estar bien que no se preocupara por qué Dios lo iba a ayudar, más estaba equivocado de la realidad por qué..

Nadie lo podía ayudar.

El menor estaba ansioso por querer ir cuanto antes a la misa, no quería confesarse, sin embargo quería sentirse protegido de sea lo que sea que lo esté acechando.

Pero ya era muy tarde.

Ya no se podía liberar de lo que él mismo había liberado.

Por qué el Diablo apenas comenzaba a jugar.

Apenas comenzaba el juego...

Apenas comenzaba el juego

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