Sacerdote/Iglesia

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Bill estaba más que ansioso por llegar a la iglesia, se estaba preparando rápidamente, sus manos y todo su cuerpo temblaba, tenía nervios, sentía que algo que lo miraba, sentía una punzada en la boca de su estómago y el crucifijo comenzó a quemar, fue por eso que se lo puso encima de la camisola que llevaba.

El niño era simplemente "anormal", era el sinonimo que usaba su padre para dirigirse a él pues ni un niño de su edad se vestía como Bill, y pues al joven le gustaba destacar y ser único no le gustaba copiar el look de nadie y pues también le gustaba todo lo que se asociará con el mundo de la música "pesada", y su look lo inspiró de las tantas bandas que escuchaba, no le gustaba vestir pantalones cortos, camisas manga largas, tampoco era amante de los tirantes sentía que eso le hacía que su piel se sintiera tierna y lo lastimaba demasiado, así que un día opto por ponerse algo diferente comenzó con las cadenas y anillos, eso le gustó demasiado así que después fue con su corte y demás.

El maquillaje si fue una cosa seria ya que para estos tiempos la gente lo tachaba de homosexual o lo miraban mal, había personas que lo denigraban, pero a Bill nunca le importó siempre decía "La gente siempre te va a criticar, más cuando ve que quieres ser único y exclusivo."

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-Bill cariño.- La dulce voz de su madre se escucho detrás de la puerta.

-¿Si mami?.- Bill siempre ocupaba ese apodo, estuviera o no con espectantes, no le avergonzaba llamar a su madre de ese modo cuando estaban presentes sus amigos.

-Ya estamos listos, es hora de partir.

El niño asintió, se fue haber al espejo y cuando vio que todo estaba en orden salió del cuarto. Su madre quedó boquiabierta.

-¿Bill?, ¿Cariño te encuentras bien?.- Su madre lucía preocupada y como no, si su hijo parecía un muerto viviente, tenía ojeras y su piel estaba más pálida que un papel.

-Si mami.- Susurro el niño.

-Pero estás pálido y tampoco traes tu característico maquillaje.- Exclamó la mayor.

-Oh..- El niño asintió.- Solo no tenía ganas de maquillarme, tampoco de ponerme los accesorios, y bueno tampoco peinar mi cabello con el característico peinado.- El pelinegro se encogió de hombros sin darle tanta importancia.

-Esta bien cariño, cuando lleguemos a la iglesia Dios te sanará.- Cuando escucho a su madre pronunciar el nombre de "Dios" le dio náuseas, que no pudo disimular y corrió directo a su baño, comenzó a votar demasiada agua como si hubiera bebido el océano entero.

-¿Bill? ¿Estás bien?, es mejor que te quedes aquí.- Exclamó preocupada.

Cuando el niño escucho eso, se levantó de golpe del suelo y volteó bruscamente haber a su madre.-¡No!.- Cuando vio que asusto a la mayor este suavizó un poco el tono, sintiendose un poco culpable.- No mami, estoy bien, solo que vine un poco mal del colegio pero me encuentro excelente, solo me labo la boca y nos vamos ¿Si?.- El niño hablo ansiosamente.

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Cuando estaban en el carro el niño pudo escuchar claramente el veneno de su padre.- Veo que te estás componiendo, ojalá y esta visita a la iglesia te saqué lo "fenómeno" que eres.- Pudo escuchar las risas de sus hermanos.

Bill sintió que el crucifijo se calentaba y como su lengua comenzó a picar y una fuerte ira se apoderaba de él, quería contenerla pero palabras de su boca salieron como espadas de doble filo.

-Por lo menos yo muestro lo que soy y no soy un mojigato y poco hombre cobarde que le pega a las mujeres.- Cuando escucho lo que dijo se tapó la boca con los ojos demasiado abiertos, todo quedó en silencio en el auto.

-¿Que fue lo que dijiste niñato estupido?.

Bill no se contuvo y lleno de firmeza volvió a repetir con el mismo veneno.- Que yo no soy una hipócrita que se esconde bajo la falda de Dios.- El niño hizo una pausa.- Oh, es cierto Dios te dio la espalda cuando pasaste a pegarle a tu esposa, dime algo padre ¿Te crees demasiado macho pegandole a las mujeres?.- Una sonrisa socorrona salió de su labios.

-Niño....

-¡Bill no le hables asi a tu padre!.- Exclamó enfadada su madre.

-¡Él comenzó!.- Contradijo su hijo.

-Si no quieres que te castigue callate.- Bramo su padre.

-Hazlo así estarán equilibrada las cosas, le pegas a un hombre y a una mujer, justa razón.- Su pecho estaba quemando pues el crucifijo se sentia como una hoguera.

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Cuando hubieron aparcado el coche al frente de la iglesia, el niño sintió como una fuerza caí en su estómago hasta que sintió las ganas potentes de vomitar.

Cuando pudo salir temblorosamente, y piso la acera de la casa de Dios, una fuertes arcadas se hicieron presentes, y no lo resistió comenzó a vomitar fuertemente un líquido naranja con espuma, el crucifijo comenzó a quemar con más fuerza, su cabeza sentía que iba a explotar y el seguía vomitando.

-¡Oh cariño!.- Su madre llegó a socorrerlo y por arte de magia dejo de vomitar, su madre con un pañuelo le limpio las comisuras y lo apoyo en su pecho, comenzó a caminar hacia una banqueta, la gente lo miraba con cara de asco, pero Bill no prestaba atención sentía que todo su cuerpo habia pasado por un maratón de tortura.

-No creo que esto sea una simple congestión.

La madre llamo a la hija mayor la cual acompaño a Bill a la casa, la joven estaba completamente preocupada por su hermano, en lo que se estaba acercando al auto el padre salió y vio al niño, pero detrás de este ya hacía una gran sombra negra pudo vislumbrar el vómito y eso le dio mala espina, alzó su mano y simuló hacer la cruz la sombre se volteó hacia el padre y le sonrió de oreja a oreja, su dientes puntiagudos tirando brea negra, luego se poso a lado del niño, a una distancia prudencial ya que como este estaba con el crucifijo no se podía acercar de más ya que no quería causarle ningún daño.

LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora