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Narrador omnisciente-

Lunes, inicio de semana y día de clases. Algo aburrido y enfadoso, pero más si el día amerita quedarse acostado en la cama por el frío que hace afuera.

Justo lo que pasa con Frank.

El despertador en su mesita de noche a lado de su cama sonó con el tono infernal que hace un fin de semana que no escuchaba; por poco lo lanza fuera de la casa, pero no fue así,  ya que realmente sin el despertador se levantaría al menos al día siguiente.

Dormilón.

Con un poco de mal humor se levantó y fue hasta su guarda ropa, escogió casi lo primero que encontró, se arregló un poco para al menos verse algo despierto,  aún que se iba a volver a arreglar para el colegio,  y bajó a desayunar.

En la cocina ya se encontraban su hermana y su madre, quienes le recibieron con una gran sonrisa y la calidez hogareña que siempre repartían.

-Emo dormilón enano de jardín,  buenos días.- Saludó su hermana con una juguetóna sonrisa y ya sentada en la mesa desayunando un sándwich de pollo con lechuga,  el otro todavía algo adormilado pero de un mucho mejor humor se sentó en la mesa y rió un poco a causa del comentario de su hermana.

-Rata enana emo pelo de mapache.- La saludó Frank.

-Niños.- Su madre les llamó la atención -Más respeto por favor, somos una bonita familia.-  Siguió con un toque de humor en las ultimas palabras.

Los tres rieron a causa del acento gracioso que Linda utilizó.

-Bien, bien, solo jugábamos.- Respondieron los dos hermanos al unísono.

Después del desayuno,  se fueron a arreglar para comenzar de la mejor manera un nuevo día y una nueva semana.

Frank al verse al espejo con su uniforme puesto y con su revoltoso cabello acomodado se dijo a si mismo:

-Qué chico tan guapo.- Hizo una mueca -Pero como que me hace falta algo.-

Dirigió su mirada a una cajita color blanco junto su despertador. De ella sacó dos piercings, uno para su oreja y otro para el labio inferior, y una cadena de plata con una piedra cristalina color rojo ruby.

Regresó al espejo, y esta vez, su look le encantó.

Bajó corriendo las escaleras para tomar su mochila y subir al coche de su madre, donde ya se encontraba Kitty.

-¡RATAAA!-

-¿Qué quieres?-

-Nada, solo te venía a molestar. -

-Bien, pues molestame.-

Ambos estallaron en carcajadas, y en eso llegó Linda.

-Mucha risa y todo ¿verdad?, pero a ver si les sigue haciendo gracia llegar tarde al colegio.-

Las risas callaron de golpe y un silencio entre incómodo y pesado se formó entre todos mientras que la mayor de los tres encendía el carro.

-No se lo crean.- Dijo Linda con un tono juguetón para después de un mal chiste. -Todavía estamos a tiempo.-

Kitty y Frank suspiraron de alivio, y con eso emprendieron el camino al colegio.

El camino fue muy tranquilo,  de vez en cuando hablaban entre los tres de cosas que nada tenían que ver entre sí, alguno que otro chiste malo por parte de cualquiera de los tres de la manada, anécdotas y risas que ambientaban el momento.

Ciencias. Una clase sumamente aburrida para Frank, y según el ir al colegio era algo divertido.

«Hay de mi que ya me aburría de estar en casa un solo fin de semana... »

La luna llena sobre París ♡Frerard♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora