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Frank-

A partir de ese martes la semana pasó de manera algo aburrida.

La mejor cosa que nos pasó esta semana fue que el jueves estábamos cocinando un pastel con la abuela, y en eso que se escucha una gritadera tremenda en la casa de la vecina; que más bien es una vieja loca cuarentona que no esta casada pero que tiene novio, a la que le encanta el chisme.

Bueno, el caso es que mientras cocinábamos escuchamos la pelea más picante que haya presentado en mi vida. De hecho por los gritos parecía que ya se traían de la greña.

-Ahorita vengo.- Dijo mi Abue y salió al patio delantero a "barrerla acera".

Kitty y yo intercambiamos miradas y reímos un poco, ya que los dos bien sabíamos el verdadero propósito por el cual la abuela salió. Por chisme.

Al cabo de unos minutos los gritos callaron y todo quedó en silencio mientras terminábamos el pastel.

Abu Clara llegó un poco después de que lo terminamos, ya que había aprovechado para ir a la tienda de la esquina a comprar unas cuantas cosas, solo una docena de huevos y unos cuantos litros de leche.

Ese día cenamos pastel con leche.

Luego, el sábado Linda vendió la casa en Belleville, así que fue hasta allá y la acompañamos.

Y hoy lunes, no ha ocurrido nada interesante.

A penas eran las doce del mediodía y ya habíamos desayunado, así que me decidí por salir un rato a caminar por la plaza del centro del pueblo.

Realmente no llevaba un rumbo fijo y dejé que mis pies me llevaran hacia donde ellos quisieran.

Grata la sorpresa la que me llevé cuando terminé frente a la librería del otro día. No tenía nada más que hacer, así que entré.

Me la pasé un rato curioseando por los pasillos, disfrutando del hermoso aroma a libro.

En un momento encontré un libro que me interesó mucho.

-Serendipias de Norma Muñoz Ledo... Suena a que es un buen libro.- Dije por lo bajo.

Me senté en una mesa y comencé a leerlo.

Resulta que el libro era una recopilación de tres historias diferentes. Cada una con su toque mágico.

Abrí el libro y me hundí en la lectura perdiendo por completo la noción del tiempo.

Cuando terminé de leerlo lo dejé en su respectivo lugar y fui caminando directo a casa.

Unas cuadras antes de llegar me detuve a ver la hora en mi teléfono. Había pasado cinco horas en la librería y ya tenía como veinte mensajes y dos llamadas perdidas de Kitty y mi madre.

Apresuré mi paso considerablemente y por lo que veo, van a estar muy molestas conmigo.

Llegué a la casa y llamé repetidas veces a la puerta para que después de un rato mi abuela fuera la que me recibió.

-Mijito.- Dijo -Te doy mi bendición, por que los chanclazos te los van a dar con ganas.- Me persinó y me palmeó el hombro izquierdo.

Tragué saliva nervioso y despacio fui caminando hacia la habitación de mi madre donde también se encontraba la loca de mi hermana.

Al momento en el que crucé la puerta de la habitación, un chanclazo bien fuertote se estampó a mi lado en la pared.

-Frank Anthony Thomas Iero.- Habló mi madrecita santa. -¿Donde estabas?-.

-En la librería.- Conteste de manera la manera más tranquila posible, aun que por dentro, el nervio del chanclazo me seguía recorriendo.

-Bien.- Se cruzó de brazos. -¿Y por qué no me dijiste?-.

La luna llena sobre París ♡Frerard♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora