Capítulo 19: A prueba.

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No me quedó tora que descansar más de lo previsto ante el dolor que sentía en mi cuerpo. La alimentación tan pobre y escasa me afectó con rapidez, aun si Meirl intentaba ayudarme con todo lo que tenía.

—Lo poco que te puedo traer son frutas, Kemi. No se si...

—Tráelas —pedí en un susurro—. Por favor...

Su mirada lo decía todo, pero aceptó, trayendo al final unas pocas frutas que lograron calmar mi dolor a la vez que recuperar mis energías. Meirl no comprendía como un Drasino podía sentirse mejor comiendo vegetales que carnes, aunque no dudé en explicárselo.

—Mi dieta no se basó todo en carne, temía que esta escasearía —expliqué, viendo el asombro en sus ojos—. Me atreví a cazar peces de los ríos, alimentos de los árboles y arbustos o plantar, aunque no se me diera bien.

—¡E-Eso es increíble, Kemi! Aunque no se como se tomarán esa dieta los demás al comer casi solo carnes —murmuró esto último.

—Es sólo adaptarse y las frutas, pescados y verduras se pueden mezclar para que tengan un favor diferente. Es ir combinando y probando nuevas cosas, así es como aprendí —respondí mientras abría mis ojos con un poco más de alivio. La fiebre iba disminuyendo.

—Tendríamos que decirle a tu padre, capaz tome medidas con eso —comentó con interés.

—Hazlo tú, si es posible. Si me oye a mi me tomará como un loco —respondí, mirando a otro lado..

Suspiró con pesadez, pero no me debatió nada. Después de todo sabía que estaba intentando ser más calmado cuando mencionaba a mi padre, creyendo que lo estaba perdonando.

Al poder expresarme con Meirl un poco mejor, podría recuperarme y tener más o menos las mismas comodidades que tenía en la anterior casa. Una buena comida y ropa cálida era suficiente.

Los días transcurrieron rápido cuando me recuperé. Meirl me hablaba con ilusión, mencionándome sobre cómo los jóvenes habían crecido mucho y que tenían mejor experiencia con la energía insensible.

—¿Se tomarán bien mi regreso? —pregunté en un murmullo, atando las botas de cuero.

—Lo saben, y créeme que sí. Capaz... Keisi no tanto.

Casi se me había olvidado ese nombre con todo lo que había vivido, y no solo eso, también estaban sus amigos Iloe, Emir y Errei.

—Pero supongo que hablando se solucionarán las cosas —continuó Meirl con una ligera sonrisa.

—Seguro que sí —mentí, sonriéndole también para que no tuviera que preocuparse más—. Bien, Meirl. Estoy listo. Cuando quieras.

Meirl afirmó con emoción, saliendo de la cueva para empezar a volar con cierta rapidez. Le seguí, aunque antes miré a mis espaldas, viendo la oscuridad de la cueva. Escalofríos se adentraban sin permiso al escuchar los gritos de un joven que pedía ayuda, pero que nadie hacía nada. El silencio apareció, uno del que sería más tenebroso que cualquier experiencia que había tenido en los bosques cercanos al río Ien.

Respiré hondo y cerré mis ojos.

«Ese pasado no se va a repetir más —me aseguré, abriendo los ojos—. Ya no soy un crío de tres años».

—¡Vamos Kemi! —gritó Meirl, logrando que le mirara—. ¡No está muy lejos de aquí! ¡Sígueme!

 ¡No está muy lejos de aquí! ¡Sígueme!

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II.I - La Galaxia Olvidada: Frialdad [G.O]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora