𝟎𝟔

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𝟏𝟐𝟗 𝐝.𝐂

La guerra había comenzado, eran las noticias que recibió Alyssa de parte de la sirvienta que había enviado. Alyssa miró a la pequeña Daenys, que estaba tomando una pequeña siesta después de jugar por todo el jardín con su hermano.

"La están buscando", fue lo que dijo Enna, una de sus fieles sirvientas que accedió a ir con ella cuando decidió irse del castillo. "Todos creen que usted está del lado del rey Aegon".

"Así que ahora mi lealtad se ha puesto en duda", contesto Alyssa mirando a Enna. "¿Cuál es el papel que juega mi esposo en la guerra?"

"Princesa, es claro el papel que juega Sir Gwayne junto con Sir Cole," respondió Enna, bajando la mirada, casi como si se avergonzara de llevar malas noticias.

"Lo sé," admitió Alyssa, su voz apenas un susurro. "Tal vez Daemon tenía razón, solo que no imaginé que realmente se llevaría a cabo una guerra." Había una amargura en sus palabras, una aceptación dolorosa de una realidad que había esperado evitar. Enna la miraba, sin comprender del todo la profundidad de sus pensamientos. Alyssa suspiró, sabiendo que Enna había hecho todo lo posible por entregarle noticias importantes.

"¿Hay más?" preguntó Alyssa, temiendo la respuesta.

"Sí," respondió Enna, con una voz temblorosa. "Me encontré a Elinda en el Desembarco del Rey." Las palabras de Enna hicieron que Alyssa la mirara con sorpresa, una chispa de esperanza y temor en sus ojos.

"¿Es cierto lo que se decía? ¿Lucerys murió?" La voz de Alyssa temblaba mientras pronunciaba las palabras que tanto temía escuchar.

"Sí, princesa," dijo Enna, su voz apenas un susurro. "El causante fue Aemond Targaryen."

El rostro de Alyssa palideció, aunque asintió lentamente, aún tratando de asimilar la magnitud de lo que acababa de escuchar. Había oído los rumores antes, murmurados entre los sirvientes y comentados en voz baja en los pasillos, pero siempre había considerado la posibilidad remota. ¿Cómo podía ser que el pequeño Aemond, a quien recordaba con tanto cariño, fuera capaz de matar a alguien? 

A decir verdad, ella había albergado la esperanza de que Aemond pudiera ser el cambio que su familia necesitaba, la chispa que encendiera un nuevo camino. Él mismo le había confesado en más de una ocasión lo mucho que habría deseado ser criado por ella, anhelando una cercanía que siempre le había sido negada. 

A pesar de su frialdad y la distancia que solía imponer, Aemond siempre le enviaba cartas, asegurándose de mantener ese hilo delgado de conexión. Con frecuencia lo encontraba cerca, observando desde las sombras, aunque nunca dispuesto a acercarse a Daeron. Pero ahí estaba, siempre presente, aunque distante.

"Fue él," susurró Alyssa con un dolor evidente en su voz. "Rhaenyra quiere que me una a su guerra."

Enna se estremeció ante la mención de la Reina y el conflicto que se avecinaba. "No lo creo, princesa. Su hermana no la pondría en peligro para..."

Alyssa la interrumpió, su voz temblando con la emoción contenida. "Le robaron el trono a Rhaenyra, mataron a su hijo y..." Hizo una pausa, tratando de calmar el torbellino de sentimientos que la inundaba. "Ella espera que yo me una a su lado."

Enna se quedó sin aliento, la palidez de su rostro reflejando la gravedad de la situación. "¿Y qué hará?" preguntó, su voz apenas audible.

Alyssa suspiró profundamente, como si con ese suspiro liberara parte del peso que llevaba sobre sus hombros. "Seguiré a quien le juré lealtad," dijo finalmente. "Le prometí a mi padre ser leal a Rhaenyra, se lo juré a mi madre."

𝐄𝐥 𝐥𝐞𝐠𝐚𝐝𝐨 𝐨𝐥𝐯𝐢𝐝𝐚𝐝𝐨 | 𝐆𝐇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora