Capítulo 3: Gold rush

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Emma


—Ahora dime, ¿la pasaste bien anoche? —sube y baja sus pobladas cejas, coqueto

Miro a Daniel con mala cara, no llevamos ni tres minutos fuera del salón y ya está de chismoso

¿Tan rápido le contaron la chicas?

—Pues…

—Las chicas ya me explicaron, así que dime todos los detalles, ¿quién es él?

—¿Yo qué sé? —me encojo de hombros—, no lo conozco

—Y aun así te fuiste con él

—Es guapo —susurro

—¿Tanto como yo?

—No —Daniel sonríe victorioso—. Es más guapo

Él me mira con mala cara

—No te creo —niega con la cabeza mirándome

—Te lo juro. Parece modelo, tiene tan buen gusto con la ropa, parece actor de esos hermosos. Y lo mejor parece un personaje ficticio

—¿De esos que se obsesionan con la protagonista?

—Esos también son guapos —admito—, pero yo diría que es más, de los que la protagonista nunca elige

Daniel frunce el ceño

—Que mala eres

—Hay muchos personajes que merecían ser elegidos

—¿Y tú tampoco lo elegirás? —enarca una ceja

—No, ¿por qué lo haría? No está enamorado de mí y yo tampoco lo estoy de él. Que sea guapo no es suficiente para renunciar a mi soledad. Tampoco estoy tan necesitada de amor, ¿crees que me veo muy desesperada de afecto masculino?

—De afecto masculino no, de afecto en general sí

Abro la boca mirándolo con los ojos entrecerrados

—Mírame a mí. Me abandonó mi padre y por eso estoy en busca de hombres que me den amor —dice divertido

—Deja de hablar así, o de verdad creerán que eres gay —ruedo los ojos negando

—¿Crees que él lo piense?

—¿Quién? —volteo a verlo

—Él —señala discretamente con la cabeza hacia atrás de mí

Cabello negro, tez levemente pálida, cara de odio a todos y voy a matarlos, y un jodido atuendo que parece que acaba de terminar una pasarela

Max me mira con una leve sonrisa en los labios, mientras juega con una rosa roja en sus manos

Mierda

¿Qué hace ese imbécil aquí?

—¿Por qué no me dijiste que estaba ahí? —mascullo

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