Rébeiller Prólogue

Capítulo 3

Elías finalmente dejó ir a Elliot, diciéndole que la biblioteca siempre tendría las puertas abiertas para él, siempre que viniera a la misma hora. Elliot salió del lugar con pasos rápidos, sintiéndose aliviado de escapar de la situación incómoda, aunque sabía que no sería la última vez que entraría en esa biblioteca.

Mientras Elliot se alejaba, Elías volvió a sumergirse en su labor. Dejó el libro de anatomía a un lado y se dirigió hacia una sección especial de la biblioteca, oculta detrás de una estantería de libros. La sección secreta, donde entre volúmenes antiguos y polvorientos, se encontraban los tesoros más preciados de la colección de Elías: libros sobre magia e híbridos en distintas lenguas antiguas. Los cuales Clarté había conseguido de manera poco convencional, robándolos hace muchísimo tiempo a distintas tribus o grupos que se hacían llamar “aquelarres”. Pero todo esto no era una limitante para Elías quien amaba aprender, consideraba el conocimiento como su arma más importante. Con dedicación y paciencia, Elías se había embarcado en la tarea de traducir estos libros, ampliando así su repertorio de idiomas. Además de su dominio del inglés y el español, desde pequeño hablaba francés e italiano con fluidez, e incluso tenía conocimientos básicos de alemán.

Pero es cierto que aquel conocimiento no se lo había ganado gratis, su padre fue la clave de todo. Aunque Elías prefería mantener aquellos recuerdos en lo más profundo de su mente.

Se dio cuenta de que era tarde y que debía regresar a casa enseguida. Con un suspiro, comprendió que no tenía más opción que recurrir a sus sombras. Se concentró, poniendo a prueba lo que había estado practicando durante días: el arte del viaje entre sombras. "Las sombras y yo, somos uno mismo", repitió para sí mismo mientras inhalaba profundamente, sintiendo cómo poco a poco se volvía más ligero.

Con movimientos fluidos se deslizó entre las sombras, moviéndose con rapidez por las calles y atravesando muros con facilidad gracias a su forma incorpórea. Pronto, se encontró en la sala de estar de la mansión Ainsworth, sus libros aún en perfecto estado en sus manos.

— Elías… — La voz de su pequeña hermana lo sacó de sus pensamientos. Bajaba las escaleras con una sonrisa, abrazando un peluche de panda. Aunque lucía cansada, se había quedado despierta para esperarlo.

Su nombre era Camille, y aunque tenía solo 14 años, cualquiera que la viera pensaría que no pasaba de los 10. Su padre la había mantenido encerrada en las instalaciones de Clarté durante años, tratándola como un simple objeto de pruebas, sin importarle proporcionarle los cuidados necesarios, enfocándose únicamente en los beneficios que podrían derivarse de sus habilidades mágicas. El recuerdo de las palabras de su padre cuando la presentó por primera vez todavía resonaba en la mente de Elías. “Ya sabes, Elías, mamá cometió un error”. Sí, "mamá cometió un error". Elías sabía que esa afirmación era más falsa de lo que su padre quería admitir. Si su madre estuviera viva, le revelaría a Elías la verdad, la dolorosa verdad sobre el monstruo que era su padre. "Mamá cometió un error", y así fue como su hermanita llegó a existir. Camille Bigot, con los ojos grises de su madre y el cabello rubio y rizado heredado de quien sea que fuese su padre biológico, era su media hermana y también un híbrido.

Elías la miró y se acercó para acariciar su cabello con delicadeza.

— Deberías estar dormida, para que así puedas crecer más, ratoncita— dijo con suavidad.

— ¡Pero ahora estoy comiendo bien! ¡Por supuesto que voy a crecer más! — respondió ella frunciendo el ceño e inflando un poco sus mejillas, mostrando su desacuerdo de una manera simplemente adorable.

Elías sonrió ante esa respuesta.

— ¿Admites que te has convertido en una niña glotona desde que llegaste aquí? — dijo en tono de broma.