Elliot había cometido un error muy imprudente. No estaba seguro de en qué momento llegó a la biblioteca. Ni siquiera era la biblioteca central de la ciudad ¿Qué lo había hecho entrar ahí? Sin embargo, quizás lo inusual del lugar fue lo que lo hizo creer que allí hallaría lo que necesitaba.
Cuando entró se sintió fascinado por el lugar. Caminó por los pasillos y encontró lo que buscaba. Un libro sobre híbridos. No, una sección con varios de ellos. Se dirigió instintivamente hacia ella. “¡Al fin!” pensó. No era para nada fácil encontrar ese tipo de libros, normalmente los escondían, pero ese lugar los tenía tan a la vista… Era como si estuvieran esperando por él.
Elliot trataba de entender su naturaleza y buscar la manera de hacerla más llevadera. Quería aprender sobre el ciclo de un híbrido. Ese tema era complicado para tratarlo con su madre, para ambos. Elliot no quería hablar de la ansiedad que sentía por desear pasar su ciclo en compañía, esa sensación que lo quemaba por dentro aproximadamente cada tres meses. Tal vez existía alguna manera de aplacar esos horribles “síntomas”, pero sabía que su madre solo le haría estar encerrado dentro de su habitación. Porque Elliot no iba a buscar una mujer si estaba fuera de su casa durante su ciclo, no, claro que no, Elliot sentía que necesitaba un hombre.
El problema fue que al leer los libros no encontró nada que lo ayudara. Encontraba las mismas conclusiones: para poder aplacar su calor y el dolor que pudiera llegar a experimentar si su ciclo era más violento que pacífico, debía sí o sí pasar tres días en compañía de su pareja. A fin de cuentas, el objetivo del ciclo era la mera reproducción.
Cuando ese bruto lo acorraló y lo miró con esa odiosa sonrisa solo quería que lo dejara en paz. ¿Qué le pasaba a ese loco? ¡Maldito niño mimado irrespetuoso! Si tanto insistía con la estúpida pregunta acerca de su naturaleza saciaría la curiosidad de ese idiota de una vez.
— Sí… Lo soy… — abrió su gran bocota y solo se dio cuenta de lo insensato que fue luego de haberlo dicho.
Si ese loco tenía…. Malas intenciones con él… No, no, eso sería terrible. En los periódicos alcanzó a ver que había gente desaparecida luego de la guerra y oyó algún rumor de que los desaparecidos eran híbridos… Si esos rumores eran ciertos, ¿podría ser que este idiota frente a él fuera el culpable? Su mente se llenó de todos esos pensamientos durante el segundo de silencio antes de que Elías respondiera.
— En definitiva… Eres muy lindo para ser un simple humano…
¿Qué? Elliot no pudo evitar pensar que ese hombre definitivamente estaba loco.
— ¿De qué hablas? — Elliot miró confundido a Elías.
— Bueno, siempre he escuchado de los híbridos, con rasgos diferentes y destacables a diferencia de los seres humanos. Hermosos… casi como si fueran algo prohibido… inalcanzable para los simples mortales — respondió Elías con esa estúpida sonrisa que ya empezaba a hartar a Elliot.
— ¿Disculpa?
— Cuando te vi, solo pensé que esos ojos tan lindos eran de un ángel o de un híbrido.
— Ya… lo que digas…
— Bueno, al menos ahora sé que los híbridos pueden ser tan lindos como los ángeles.
— ¿Podrías… dejarme en paz? Por favor…
— ¿Te estoy molestando? — dijo riendo.
Elliot lo empujó y mientras miraba a su alrededor, buscando la mejor opción para salir, Elías lo miraba preguntándose cómo era posible que exista alguien tan adorable.
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Rébeiller Prólogue
Teen FictionEn la Valencia de 1919, Elías y Elliot, dos jóvenes de dieciocho años, viven en un mundo aparentemente igual al nuestro, si no fuera por el detalle de la existencia de magos y seres con habilidades sobrenaturales, quienes deben pasar desapercibidos...