Cap. 4

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Para su suerte, esos días pasaron rápido. Había hablado con su casero, el departamento que le rentaba era pequeño pero no lo ocuparía por un tiempo, aún así, decidió que sería bueno mantener el contrato de renta por un tiempo más, en lo que decidía que hacer con sus pocas cosas. 

Tal como el teniente le había indicado, sólo llevaba una mochila con cosas de aseo personal, ropa interior y su corazón destrozado. 

En ciertos momentos, se preguntaba si realmente era algo que debía hacer, pero algo en su interior le gritaba que sí, tal vez era porque necesitaba probarse que seguía siendo una persona fuerte y capaz. 

No quería seguir sintiéndose débil y una víctima, porque él sabía que era más que eso. 

Que su prometido le hubiera manipulado, chantajeado y después engañado, no era su culpa, lo entendía, pero la última cosa que había pasado, lo último que había roto su corazón, no dejaba de darle vueltas. 

Esa situación lo había trastornado, necesitaba demostraste quién era porque ya no lo sabía. 

Jimin ya no sabía quién era él. 

Así que con todo el miedo que incluso sentía, fingió que todo estaba bien, un día normal y cualquiera reclutándose en el ejército para dios sabe qué. 

La puerta del lugar era enorme y un cabo estaba en la puerta, sólo basto con explicar a qué iba, le dio la bienvenida y lo dejó entrar. 

Todo se veía distinto a lo que estaba acostumbrado. 

No sabía exactamente a dónde ir, así que se dirigió al mismo lugar donde había entregado sus papeles. Para su suerte, iba saliendo el hombre pálido. 

—Joven Park, ya está usted aquí. 

Asintió —Sí, ¿de casualidad sabe a dónde me tengo que dirigir? 

—Oh, de este lado.

El hombre comenzó a caminar y él lo siguió, no era más alto que él pero tenía un porte que le hacía cuestionar porque unos días antes se había sentido con valentía para retarlo. 

Tragó saliva. 

Era mejor que ahora hiciera las cosas mejor. Algo le decía que aquel hombre resultaba ser bastante importante y su corazonada se confirmó cuando, en el camino hacia su edificio, muchos de los cabos se inclinaban al saludarlo con demasiado respeto. 

El hombre lo hizo caminar bastante, el lugar era muy amplio y pudo ver varios cadetes entrenando, no se veía agradable estar haciendo ejercicio bajo el rayo del sol, pero sabía que eso era poco de lo que le esperaba.

Después de unos minutos, llegaron a un edificio que se veía bastante antiguo, pero en buen estado. 

—Es aquí, entre y los soldados a cargo le indicarán dónde está su litera. 

Jimin agradeció con una mini reverencia y el hombre se retiró. 

Entró al lugar y pudo ver a unos soldados platicando entre sí, se acercó a ellos sin más. 

—Buen día, ¿de casualidad saben a dónde me tengo que dirigir para saber cuál es mi litera? 

Los hombres lo miraron —Eres nuevo, ¿verdad? 

—No seas idiota, claro que es nuevo —el otro hombre respondió—, si pregunta es por algo. 

—Cierto —el hombre sonrió—, supongo que tú litera es cualquiera que esté vacía de allá —señalo una habitación y lo miro de vuelta—, eres de los primeros, así que escoge la que quieras. 

Agradeció e ingreso a la habítación que le dijeron. Tal cómo presentía, las literas estaban una al lado de la otra, un cuarto de reclutamiento. 

Tenía todo el sentido del mundo, pero aun así, esperaba tener más privacidad. Caminó un poco y noto que algunas ya tenian cosas encimas, pero por fortuna no tardo mucho en encontrar una vacía. Dejó sus cosas sobre la cama y se sentó. 

Ahora esa sería su vida y ya no había vuelta atrás. Era todo. 

Tear • km Donde viven las historias. Descúbrelo ahora