No sabía en qué momento se había quedado dormido, pero el sonido de las trompetas lo hizo sentir que sólo había dormido dos minutos.
Su cabeza comenzó a doler y de repente la puerta principal fue abierta de golpe.
—¡Pónganse de pie, señoritas! —el hombre pálido que ya conocía, grito—. ¡Tienen 10 minutos para estar uniformados y formados delante de sus literas a partir de ahora! ¡Ya, ya, levántense!
El hombre volvió a desaparecer y la puerta fue cerrada de golpe. Vio a varios hombres en la misma situación que él, apenas entendían lo que estaba pasando.
Aun así, se levantó como pudo y se vistió, estaba terminando de sujetar sus agujetas cuando la puerta fue abierta.
Por impulso siguió a los demás y se paró recto delante de su litera.
Esta vez el hombre no iba solo, iba acompañado de el mismo hombre que recibió sus papeles y otro hombre más alto que ambos, un poco moreno y con cara de pocos amigos.
—¡Mirada al frente señores! —gritó el hombre nuevo—. Los pasaré a inspeccionar, tuvieron tiempo de sobra así que espero que todos estén listos.
Tragó saliva, él no había terminado de amarrar sus agujetas.
No podía ver a los lados, sólo podía ver la cara de uno de sus compañeros de la litera de enfrente que lo veía casi con el mismo miedo que él sentía.
Pero que se estaba obligado a reprimir.
—¿Nombre? —escuchó la voz del hombre casi a su costado. Tragó saliva.
—Kim Yugyeom.
—¡¿Por qué su camisa no está fajada?!
—Lo siento señor, no me dio tiempo.
—¿No te dio tiempo? Ja —el hombre soltó una risa que no tenía una pizca de gracia—, sí esto fuera la guerra ya habrías muerto. ¡Quiero más rapidez!
—Sí, señor.
Escuchó los pasos del hombre acercarse, trató de controlarse. No era la gran cosa.
O eso pensó hasta que tuvo al hombre delante de él, inspeccionando con su mirada cada parte de él, podía ver sus facciones duras y el claro enfado en su rostro.
Sabía que sería el siguiente en ser regañado.
—¿¡Nombre!?
—Park Jimin.
—Bien, Park Jimin, ¿por qué sus agujetas no están amarradas correctamente? ¡Ya estaría muerto de ser una emergencia!
—Pero no lo es.
Vio el momento exacto donde la mirada del hombre se volvió más oscura. Para ser honesto no lo intimidaba, pero sabía que no debía tener esa actitud, aunque no podía evitarlo.
—¿Qué dijiste?
Sabía que había algo peor que responder por impulso y eso era negarlo. De cualquier forma sabía que ya tendría un castigo.
Qué más daba de todas formas.
—Que no es una emergencia, señor —respondió con la mirada enfrente—, lo haré mejor.
—¿Quién te dijo a ti que puedes responder de esa forma?
Tragó saliva, pero a la vez, sintió un coraje emerger en su ser. ¿Acaso el hombre estaba insinuando que él era mejor? Sabía que hablaba del estatus, el hombre era su superior y por lo poco que sabía de la milicia por películas y series, sabía que le debía respeto.
Pero no podía evitar sentir coraje ante la idea de inferioridad, por muy pequeña que fuera.
No cuando toda su vida había luchado contra eso, no podía dejarle, iba en contra de sus principios.
—Usted preguntó, señor, sólo respondí.
Escuchó una risa seca de parte del hombre.
—Bien, Park Jimin, que bueno que pones el ejemplo —el hombre se alejó un poco, lo vio poner sus manos a su espalda—. Denle gracias al cabo Park, hoy correrán durante una hora, ¡Sin parar! A quién sorprenda deteniéndose, será reprendido.
Nadie emitió ruido, pero sentía las miradas filosas de todos sobre él.
—Y usted, cabo Park, ya que tiene mucha energía, después de correr esa hora, se dirigirá al apartado de lavandería y lavará todos los uniformes de sus compañeros, ¿Me entendió? —el hombre lo vio con sorna—. Tal vez acabe lo suficientemente cansado para no volver a hablarle así a un superior.
Jimin sólo pudo contener el suspiro y cuando el hombre siguió caminando revisando a sus demás compañeros, notó la mirada del hombre delante de él.
A diferencia de todos los demás, él le regaló una sonrisa fugaz, casi podría jurar que se lo había imaginado.
Cuando un par de gritos más se hicieron presentes y se terminaron, el hombre volvió a hablar.
—Esta vez tuvieron muchas fallas y demasiado tiempo —el hombre hablaba con firmeza—, para mañana serán 9 minutos. Traten de esforzarse más. ¡¿Entendido?!
—¡Sí, señor! —gritaron todos al unísono.
—Bien, yo soy el capitán Jeon, seré su entrenador junto con el teniente Kim y el teniente Min que ya conocen.
El hombre caminó entre todos los cabos mientras hablaba, cuando pasó a su lado, el hombre se detuvo y giró a verlo.
—Háganse un favor y no se hagan los valientes aquí, nadie los obligó a entrar, si no es lo suyo, largo, no queremos estorbos.
Jimin sintió nuevamente el coraje emerger pero no hizo ni dijo nada al respecto, el capitán Jeon, siguió su camino hasta la puerta.
Una vez desapareció, el hombre pálido que ahora sabía era el teniente Min, fue quién habló y dio la siguiente indicación.
—¿Qué hacen ahí parados? ¡A la pista de atletismo! ¡Ya, ya!
Todos comenzaron a salir con prisa y él sólo pudo suspirar en medio de todas las miradas de desagrado que le regalaban los otros cabos.
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Tear • km
FanficUn corazón roto y un anuncio para nuevos aspirantes a la milicia. Tal vez era el nuevo comienzo que necesitaba o tal vez era la peor decisión que podía tomar. -Muéstrame que tienes, niño. →Historia 100% original →No se aceptan copias ni adaptaciones