Al día siguiente, después de que la fiesta ha terminado, los preparativos de la boda avanzan a toda velocidad. Me encuentro en la cocina, es tarde y me desperté al mediodía. Cuando puse un pie fuera de mi habitación, los organizadores de la boda ya estaban en la casa, transformando cada rincón en un escenario perfecto para la ceremonia. Es abrumador.
Me siento en la mesa de la cocina, observando el ir y venir de los empleados, todos tan ocupados con sus tareas. Pienso en cómo mi vida ha cambiado en tan poco tiempo. Ya tengo 18, y Christopher fue muy claro: después de mi cumpleaños, nos casaríamos.
Los eventos de la fiesta de anoche se repiten en mi mente. La forma en que Christopher me besó dos veces, una con autoridad y otra con una intensidad que no puedo olvidar. Siento una mezcla de rabia y confusión. ¿Cómo puede alguien tener tanto control sobre mis emociones?
Mientras revuelvo mi café, miro por la ventana y veo las flores del jardín, ahora renovadas y cuidadas tras la tormenta. Me pregunto si alguna vez podré encontrar un momento de paz en medio de todo esto. ¿Es posible que alguna vez pueda amar a un hombre como Christopher?
En ese momento, Esther entra en la cocina, rompiendo mi cadena de pensamientos. Ella me mira con una sonrisa comprensiva y se sienta a mi lado.
—Estás pensativa, Sofía —dice suavemente, colocando una mano sobre la mía.
Sus palabras me reconfortan un poco, pero también me recuerdan la realidad de mi situación.
—No puedo dejar de pensar en todo esto, Esther —le respondo, suspirando—. Todo está pasando tan rápido. Christopher, la boda, todo.
Esther me mira con comprensión y asiente lentamente.
—Es normal sentirse abrumada, querida. Tienes más poder de lo que crees. Solo necesitas encontrar tu voz en todo esto.
Quizás, de alguna manera, pueda encontrar la manera de hacer que esta vida funcione para mí.
—Esther, necesito pedirte algo —le digo, mirando a mi nana con seriedad—. Quiero que vengas a vivir conmigo a la casa de los Moretti.
Esther me mira con sorpresa y preocupación.
—No estoy segura de que al señor Christopher le guste esa idea, Sofía. Él es un hombre muy particular en cuanto a su espacio y su vida privada.
—Christopher aceptará —respondo con determinación—. No puedo hacerlo sola, Esther. Necesito a alguien en quien confíe y que me apoye. Tú eres esa persona.
Esther suspira, claramente preocupada por las posibles repercusiones de mi solicitud, pero asiente lentamente.
—Haré lo que pueda, querida. Si esto es lo que realmente deseas, no te dejaré sola.
—Gracias, Esther. No sé qué haría sin ti —le digo, sintiendo una oleada de alivio.
Ella me da una sonrisa tranquilizadora y se levanta para continuar con sus tareas. Me quedo sentada, pensando en cómo abordaré esta nueva etapa de mi vida.
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Imperio
RomanceUna joven obligada a casarse con un magnate por una deuda familiar, descubre la verdadera naturaleza del poder y el dinero en un matrimonio arreglado. «Dicen que la costumbre es más fuerte que el amor, pero en el mundo de Christopher Moretti, nada e...