🌻Invitación 🌻

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Han pasado dos semanas desde la muerte de mi madre,  y aunque el dolor sigue presente, he decidido no hablar de ello

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Han pasado dos semanas desde la muerte de mi madre, y aunque el dolor sigue presente, he decidido no hablar de ello. Es como si un muro se hubiera levantado en mi interior, una barrera que me protege del sufrimiento. En lugar de eso, he puesto toda mi atención en mi embarazo y en la relación con Christopher, que sorprendentemente ha cambiado en estas últimas semanas. Christopher ha estado más cariñoso y pendiente de mí, algo que no esperaba después de todo lo que hemos pasado.

El ambiente en la empresa es frenético. Se está preparando un nuevo lanzamiento de tabaco, y aunque normalmente me involucraría más, me he mantenido al margen, enfocándome en descansar y cuidar de nuestro bebé.

Estoy sentada en el sofá, acariciando a Ruby, cuando el sonido familiar del ascensor me hace levantar la cabeza. Es Christopher. Su presencia siempre llena el espacio, y aunque últimamente ha estado ocupado con el trabajo, su actitud hacia mí ha sido diferente, más protectora.

Bajo a Ruby del sofá y, sin pensarlo dos veces, corro hacia él con una sonrisa en el rostro. Lo abrazo y lo beso con entusiasmo, sintiendo su cuerpo tenso por el día largo y agotador. Sin embargo, cuando me suelta, noto que me mira con el ceño fruncido, su expresión seria.

-Sofía, no vuelvas a hacer eso -me regaña, su tono firme pero no cruel-. Podrías caerte, y no puedo arriesgarme a que algo le pase a ti o al bebé.

Su preocupación me sorprende y me conmueve al mismo tiempo. Antes, su reacción habría sido diferente, quizás más fría, pero ahora había una genuina preocupación en su voz. Asentí, entendiendo su punto, aunque no podía evitar sonreír.

-Lo siento -dije, suavemente-. No puedo evitar emocionarme cuando te veo.

Christopher suspiró y suavizó su expresión, tomando mi rostro entre sus manos y besándome en la frente con delicadeza.

-Solo quiero que estés bien -murmuró, su voz más tranquila ahora-. Cuida de ti, y de nuestro bebé.

Ese "nuestro bebé" resonó en mi pecho, y sentí una calidez que no había sentido en mucho tiempo. A pesar de todo lo que habíamos pasado, estábamos construyendo algo nuevo, algo más fuerte. Sabía que, aunque las cosas aún no eran perfectas, íbamos en el camino correcto.

Mientras aún me recuperaba de la calidez de sus palabras, noté que Christopher llevaba unos papeles en la otra mano. Algo en su expresión cambió cuando se dio cuenta de que los había visto.

-¿Qué son esos papeles? -le pregunté, curiosa.

Christopher no respondió de inmediato. En su lugar, me tomó de la mano y me guió de vuelta al sofá, donde nos sentamos. Me entregó los papeles y los observé con cierta inquietud. Había algo en su silencio que me hizo saber que esto era importante.

-Son los papeles de la propiedad Rossi -dijo finalmente-. La mansión es tuya. Siempre lo ha sido.

Me quedé mirándolo, sin saber qué decir. La mansión Rossi era más que solo una casa. Había sido parte de mi vida desde siempre, un símbolo de mi pasado, de mi familia. Sin embargo, en medio de todo lo que había pasado, había asumido que la había perdido.

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