El auto se detuvo de golpe, sacándome del sueño profundo en el que había caído. Todo estaba borroso a mi alrededor, y apenas podía enfocar lo que tenía frente a mí. Lo único que veía era un techo alto y luces suaves, y entonces me di cuenta de que estaba en una habitación grande. Sentí cómo Christopher me levantaba con cuidado y me llevaba hasta una cama. Me dejó caer en ella suavemente, y luego empezó a caminar de un lado a otro, como un león enjaulado.
Su furia era palpable, llenando la habitación de una tensión insoportable. Traté de incorporarme, pero mis piernas no respondieron, y terminé desplomada en el suelo. Escuché a Christopher maldecir por lo bajo mientras se acercaba para levantarme.
-No debiste beber tanto, Sofía -dijo con el ceño fruncido mientras me acomodaba de nuevo en la cama.
Lo miré con una mezcla de desafío y cansancio, y las palabras salieron de mi boca antes de que pudiera detenerlas.
-¿Estás celoso, Christopher? -le dije, con una sonrisa insolente.
Él se detuvo en seco y me miró, su mandíbula apretada.
-Eres mi esposa, Sofía. Te prohibí acercarte a Vladimir, y aun así te fuiste con él.
Su tono era duro, pero lo único que sentí fue una oleada de risa amarga. Empecé a reírme, aunque sabía que en el fondo no había nada divertido en lo que estaba pasando.
-¿Te duele saber que estuve cerca del hombre que una vez amé? -dije entre risas-. Porque a mí no me importaría tanto. Yo nunca me acostaría con alguien más, como tú lo hiciste con Ana.
Christopher frunció el ceño aún más, y vi cómo la frustración se apoderaba de su rostro.
-Te he pedido perdón un millón de veces, Sofía -respondió con un tono que casi sonaba como un ruego.
Me senté en la cama, aunque el esfuerzo casi me hizo volver a caer. Mis manos temblaban, pero aun así, comencé a quitarme la blusa. Christopher, con una mezcla de exasperación y preocupación, se acercó para ayudarme a desvestirme. Sus manos rozaron mi piel mientras me despojaba de la ropa, y sentí un calor familiar recorrer mi cuerpo.
Cuando terminé de desnudarme, me dejé caer de espaldas en la cama, mi respiración agitada. Christopher se apartó, como si intentara poner distancia entre nosotros, pero lo detuve al agarrar su mano. Sentí cómo se tensaba bajo mi tacto, pero al final se quedó a mi lado.
Me acarició el rostro con una ternura que no encajaba con la rabia que había mostrado minutos antes. Sus labios se encontraron con los míos, y el beso fue suave al principio, pero se fue intensificando, como si ambos necesitáramos ese contacto para disipar todo lo que nos consumía por dentro.
-Hazme el amor -susurré entre besos, sintiendo cómo la temperatura entre nosotros aumentaba.
Pero cuando vi la duda en sus ojos, las palabras salieron de mi boca sin pensar.
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Imperio
RomanceUna joven obligada a casarse con un magnate por una deuda familiar, descubre la verdadera naturaleza del poder y el dinero en un matrimonio arreglado. «Dicen que la costumbre es más fuerte que el amor, pero en el mundo de Christopher Moretti, nada e...